Mallorca fue su pasión y, a partir del caso Nóos, la catapulta de su desdicha. El rey Juan Carlos ancló su destino a la isla desde que en 1973 aceptara el Palacio de Marivent para el asueto de la familia real. Un contrato no escrito la convirtió en el reclamo turístico por excelencia. Las prolongadas estancias veraniegas de los primeros tiempos se han convertido en breves visitas, con llegadas por separado y salidas intempestivas, con posados cada vez más reducidos, donde a nadie se le escapaban las disimuladas desavenencias familiares y, sobre todo, la losa del caso Nóos, hasta el punto de que el Rey comunicó al Gobierno su intención de abdicar el pasado 5 de enero, dos días antes de que el magistrado José Castro imputara a la infanta Cristina por delitos fiscales y por el blanqueo de capitales.

AUTO DE IMPUTADA

Los calendarios de la Monarquía y de la justicia se vuelven a entrecruzar. Según las previsiones, el traspaso de la Corona podría llevar entre una semana y un mes. El auto final de Castro, que determinará si la infanta Cristina sigue o no imputada, se espera a partir del miércoles de la semana próxima, como mucho la siguiente, aunque no es la primera vez que se incumplen las previsiones iniciales por los imprevistos.

El último, la caligráfica de la hija del Rey que insiste en pedir la acusación popular y que el magistrado ve innecesaria por considerar que son suyas las firmas de las actas de Aizoon, la empresa que comparte con su marido y participó del entramado de Nóos. Una posición que hace temer lo peor en la Casa del Rey, donde no han podido evitar que toda España lea correos electrónicos sobre las gestiones del Monarca en los negocios de su yerno y de su amiga, la princesa Corinna. El caso Nóos forma parte de la herencia más dura que recibirá el futuro rey, Felipe VI.

EL TURISMO

El sector turístico también mira con preocupación el progresivo distanciamiento de la familia real con Mallorca, donde tanto han disfrutado. En los albores de los setenta, permitió a los entonces jóvenes príncipes Juan Carlos y Sofía liberarse del desprecio y los silencios a los que les sometía Franco en la fortificación gallega de Meiras. Mar, playa, ambiente, libertad- El papel couché publicaba instantáneas con poses desenfadadas de la familia navegando bajo la luz mediterránea que contrastaba con la rigidez protocolaria de Madrid.

Tal era la naturalidad que el entonces agente consular americano, Tummy Bestard, le propinó una colleja al príncipe Felipe por tocar los mandos de un buque de guerra fondeado en la Bahía de Palma. "Usted es el único hombre que me ha pegado", le recordó el heredero en la exposición de fotos de aquellos años del histórico Torrelló. Los niños crecieron y vivieron en la isla la excitación de la adolescencia: sus primeras copas, sus primeros bailes, sus primeras amistades.

Hubo intentos de crear una corte en Mallorca, pero los sabios consejos de Sabino Fernández Campos hizo que condujeran sus yates hacia Marbella. El último que ha tenido el monarca, llamado Fortuna como el anterior, fue una donación de los hoteleros mallorquines a los que posteriormente se les ha retornado tras la renuncia del rey Juan Carlos, previa a la de la Corona. Antes, el Ayuntamiento de Palma había aprobado por unanimidad desligar el nombre de los Duques de Palma de la Rambla de la ciudad.