Martes, 22 de mayo, por la noche en el domicilio del empresario Mariano Puig en el barrio de la Bonanova, en la zona alta de Barcelona. El anfitrión cita a cenar al exprimer ministro francés Manuel Valls, posible candidato a la alcaldía de Barcelona, con un grupo de empresarios e intelectuales catalanes entre los que se encuentran Josep Oliu, Antón Costas, Emilio Cuatrecasas, Juan José López Burniol, Narcís Serra, Marian Puig (hijo de Mariano Puig) y Màrius Carol.

La cena tiene como objeto conocer de cerca las reflexiones del político francés sobre la situación política española y catalana en un contexto de grave crisis institucional y ante la posibilidad de que Valls formalice su candidatura a alcaldable de la ciudad de Barcelona por Ciudadanos.

En la cena prevaleció un constante tono de reproche de Valls hacia los empresarios catalanes por su ambivalencia respecto a todos los hechos que han acontecido en la crisis catalana y su falta de posicionamiento público. Valls expresó de forma contundente que la política en el mundo ha cambiado y acusó a los empresarios de no darse cuenta de ello. Advirtió de que los populismos no son pasajeros, que han llegado y se han instalado en Francia, en Italia, en Estados Unidos y que ahora amenazan a España en forma de nacionalismos excluyentes como el catalán. Ahí fue cuando aseguró que si se presenta a alcalde será por «Barcelona, por Cataluña, por España y por Europa», para frenar los nacionalismos y trabajar para un proyecto de defensa de Europa.

Fuentes presentes en la cena destacaron que en esa parte de su discurso Valls resultó muy consistente. Sin embargo, algunos de los empresarios participantes, especialmente y de forma muy vehemente el abogado Emilio Cuatrecasas, insistieron en que desde Madrid no se había hecho nada para resolver el conflicto catalán, que la inacción del Gobierno de Rajoy y de los políticos españoles había hecho crecer el independentismo y que no todo era atribuible a la gestión de los independentistas.

La tensión durante la comida fue creciendo hasta el punto de que tras tomar los postres y, ya con el café servido, saltaron las chispas entre los comensales. El detonante fue el reproche de Emilio Cuatrecasas a Valls por su participación en actos de Ciudadanos con la bandera española. Ahí, relatan los presentes, le salió a Valls un ramalazo más propio del exministro del Interior que fue y del que se recuerdan sus rasgos más autoritarios, y espetó a los empresarios que si esta era la burguesía que tiene Cataluña, probablemente lo que ha ocurrido se lo habían buscado. Esa fue la reflexión más o menos literal que pronunció Valls.

El político francés, que ayer aseguró que se tomará su tiempo para decidir si se presenta como candidato a Barcelona, se quedó un rato más charlando en la puerta de la casa de Mariano Puig con algunos de los participantes en el encuentro. La cena le sirvió al político francés para tomar la medida de cómo es la burguesía catalana, y a los empresarios para calibrar las intenciones de Manuel Valls.