En apenas 24 horas, Pasqual Maragall ha evidenciado de nuevo su capacidad de sorprender a aliados y adversarios por igual. El jueves se mostró contundente al calificar de "despropósito" la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de presentar ante la UE dos traducciones al catalán de la Constitución Europea, una en representación de Cataluña y otra de la Comunidad Valenciana. En cambio, ayer, en lo que muchos vieron una marcha atrás del presidente catalán, dio por cerrado su enfrentamiento con el jefe del Ejecutivo.

Maragall justificó su súbito cambio de postura por las declaraciones hechas ayer en Bruselas por Zapatero. En las mismas, hizo una referencia indirecta a la unidad lingüística, en lo que representaba un reconocimiento público de que el catalán y el valenciano son el mismo idioma.

El presidente del Gobierno explicó que el día anterior había entregado "cuatro textos y tres versiones lingüísticas" del Tratado constitucional, y expuso como argumento que las de Cataluña y la Comunidad Valenciana eran idénticas "de la primera a la última palabra".

"LAS COSAS EN SU LUGAR" El presidente catalán, por medio de un comunicado oficial, aseguró que estas explicaciones de Zapatero "ponen las cosas en su lugar". Sin embargo, Maragall era consciente de que el tono conciliador de sus palabras de ayer estaba muy alejado de la dureza que empleó el jueves para condenar al presidente del Gobierno.

Anticipándose a las críticas de la oposición, pero también a las de sus socios en el Gobierno tripartito, ayer en Reus (Tarragona) Maragall dio por hecho que ante su rápida aceptación de los argumentos de Zapatero, habrá quien quiera "mojar pan, por un lado o por el otro", informa Ferran Gerhard.

Maragall, que el jueves a última hora mantuvo una larga e infructuosa conversación con el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, responsabilizó al Ejecutivo valenciano del "contrasentido" de la presentación de dos versiones "como si se tratara de dos lenguas distintas". Fuentes del Gabinete de Maragall dijeron que la conversación entre los dos presidentes se realizó, "como siempre", en catalán.

"RIDICULO INTERNACIONAL" A juicio del presidente catalán, la "obstinación" del Gobierno valenciano podría conducir a "una situación de ridículo internacional". Para evitarlo, expresó su predisposición al "diálogo y la reflexión conjunta" con este ejecutivo y con el central, convencido de que "ha de ser posible llegar a un acuerdos satisfactorio".

Maragall expresó ayer su voluntad de "dialogar al máximo" antes de ir a los tribunales. En este sentido, las mismas fuentes señalaron que Maragall vería con buenos ojos la mediación de los otros dos presidentes autonómicos cuya lengua materna es el catalán: el aragonés Marcelino Iglesias (PSOE) y el balear Jaume Matas (PP). Ayer, el portavoz del Gobierno insular, Joan Flaquer, dijo que le merece el "máximo respeto" la reivindicación como lengua del valenciano, pero añadió que el Ejecutivo balear no discute la unidad del catalán.

"EN LA BUENA VIA" "Creo que estamos en la buena vía para clarificar este tema", dijo Maragall, en un reconocimiento implícito de que aún quedan cuestiones por resolver. La más inmediata se refiere a la elaboración del memorando conjunto que el Gobierno y las seis comunidades con lengua cooficial (Cataluña, Baleares, Comunidad Valenciana, Euskadi, Navarra y Galicia) han de presentar a la UE.

El objetivo de este memorando es el de reivindicar para el catalán, el vasco y el gallego el mismo estatus del que disfruta el gaélico y que permite a los ciudadanos irlandeses dirigirse a las instituciones europeas en esta lengua. La Generalitat catalana espera que el memorando recoja que sólo se precisará una sola versión del catalán porque "sería ridículo" que hubiera traductores diferentes para el catalán y el valenciano. Esto supondría reabrir la crisis.