EDAD TENIA 50 AÑOS.

PROFESION TRABAJABA EN EL DEPOSITO LEGAL DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

AFICIONES LE GUSTABA SOBRE TODO COMPARTIR EL TIEMPO CON SU FAMILIA, PASEABA A MENUDO Y PRACTICABA NATACION.

María Luisa Polo era una persona muy alegre, según asegura la gente que la conocía. Nació en un 3 de febrero hace medio siglo en el municipio de Ateca, donde vivió junto a sus padres y su hermana melliza hasta que se casó y se trasladó con su marido a Madrid, de donde era él. Pero nunca perdió el contacto con el pueblo y acudía con asiduidad, sobre todo en fiestas.

Trabajaba en la Sección de Depósito Legal de la Biblioteca Nacional, y allí se dirigía cuando el destino se cruzó en su camino el fatídico11-M. No era la primera vez que el terrorismo se cruzaba en su camino aunque sí fue la última. "Las pasadas navidades estaba en la estación de Atocha el día que ETA quería atentar. Y hace años, en otro atentado que no me acuerdo muy bien cuándo fue, también merodeaba cerca de una calle de Madrid en la que explotó un coche bomba. Eran demasiadas casualidades ya", explica su hermana. De hecho, María Luisa solía ir al trabajo en autobús aunque aquella mañana decidió coger el cercanías, y eso le costo la vida.

En Ateca tenía buenos amigos además de su familia. "Venía cuando podía y se traía a su familia. En las fiestas del pasado verano me llevó por todas las peñas de Ateca, algo que a pesar de ser de aquí nunca había hecho", recuerda María Angeles. Las mellizas hablaban por teléfono con frecuencia. "El 3 de febrero la llame para felicitarnos, como hacíamos siempre por nuestro cumpleaños. Luego, al cabo de dos semanas, fue ella la que me llamó para contarme que la habían reenganchado en el trabajo, y entre otras cosas me explicó que el único inconveniente era que ahora tenía que entrar más temprano. Fue la última vez que hablamos".

En la Biblioteca Nacional, donde trabajaba, tenía una buena relación con sus colegas. "Era una chica trabajadora, simpática, alegre", dice una compañera que vivió con ella su cincuenta cumpleaños. A María Luisa le gustaba compartir con la familia su tiempo, disfrutaba paseando y practicando natación. Tenía una hija de dieciocho años, de la que hablaba mucho con sus amigas. "Era una compañera excepcional", resaltan varias voces todavía conmocionadas.