"Soy Hicham Mandari, hijo de Hassan Alaui y de Farida Charqaui". O lo que es lo mismo: el hijo de Hassan II y de Farida, la concubina favorita de su harén. Esta explosiva revelación a la revista marroquí Le Journal fue la última declaración de Mandari. Días después, un tiro en la cabeza acabó con un estafador que se hacía pasar por líder de la oposición marroquí en el exilio y que, por su obsesión en atacar a Mohamed VI, se convirtió en el enemigo número uno de la corona alauí.

Mandari apareció en escena en los años 90, cuando Farida Charqaui convenció a Hassan II de que le introdujera en su entorno de confianza. Sin embargo, esta mujer, con gran influencia sobre el rey, sabía que la muerte de Hassan II iba a significar su caída en desgracia. Por eso, ideó con Mandari un plan para garantizarse una buena vejez. Se trataba de hacerse con la combinación de la caja fuerte privada de Hassan II. La estrategia funcionó: robaron dinero en efectivo y una docena de cheques en blanco firmados por el rey. Y algo más: cintas de audio y vídeo que comprometían a las más altas instancias del Estado.

Pero ése no fue el primer asunto turbio de Mandari. Antes, ya había montado una estafa consistente en imprimir en Argentina 120 millones de dinares de Bahrein, que introduciría en los circuitos monetarios de Europa y el golfo Pérsico con apoyo de la mafia ucraniana.

El marroquí fue detenido en agosto de 1999 en Florida (EEUU), desde donde se le extraditó a Francia. Allí sufrió dos intentos de asesinato. Mandari intentó entonces posicionarse como opositor al régimen y fundó su propio grupo, el Comité Nacional de Marroquís Libres, que describía como una organización integrada por 3.000 marroquís. Sin embargo, un opositor declaró que "Mandari era el único miembro de su asociación".

Este verano viajó a la Costa del Sol con la idea de crear una TV con la que emitir su propaganda. Ahora, su muerte beneficia a muchos. No sólo a los que le han matado.