Cuando la presidenta del Congreso, Ana Pastor, invitó a sus señorías a abandonar el hemiciclo para ir a almorzar y tomar fuerzas para lo que se les viene encima -hay sesión plenaria para debatir una moción de censura contra el Gobierno como mínimo hasta las 21 horas-, el PNV no había inclinado la balanza. Los protagonistas oficiales de la jornada, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, se fueron a comer sin saber qué será de ellos o del Gobierno de España. Al menos sus colaboradores aseguraban que nadie les había adelantado una respuesta oficial.

A los periodistas, desde luego, los nacionalistas vascos les mantenían a pan y agua informativo y se remitían a una respuesta que había de llegar desde Euskadi a Madrid. El tiempo se hacía interminable, como si el “sí” o el “no” a la moción del jefe de los socialistas tuviera que llegar labrado en un pergamino atado en la delicada pata de una paloma y no por sms (por aquello de la obsesión con la seguridad en las redes), whatasapp, telegram o una llamada de las de toda la vida.

Diputados y cargos de los principales partidos se pasaron parte del debate matutino mirando la pantalla del móvil. Comprensible. Por si había noticias ‘a la vasca’. Al fin y al cabo se juegan la vida (política) en estas horas. El portavoz peneuvista, Aitor Esteban, tuvo que salir corriendo por el patio del Congreso cual estrella de cine para huir de las cámaras. Insistía en que será la ejecutiva de su partido la que despejará la incógnita. Y él quien lo hará público desde la tribuna. Esteban sólo quería un hueco para poder comer y repasar su discurso, que sabe será escuchado con atención por miles de españoles.

Mientras tanto las caras de los populares eran un poema. Y no bucólico precisamente. Hay cientos de pruebas gráficas. Se disimulaba ya poco la inquietud ante la posibilidad de que Rajoy se vea obligado a dejar La Moncloa por el éxito de la iniciativa de Sánchez. Los cargos del PP admitían, sin micrófonos delante, que en el mejor de los casos “ya nada volverá a ser igual” para ellos. “Esta moción es un punto de inflexión y vamos a malo o a peor”, admitían, sabedores de que se encuentran ante la disyuntiva de o PSOE o elecciones en el corto plazo si no hay sorpresa de última hora. Y todo eso aderezado con más sentencias de la Gürtel, que están al caer.