Los exconsejeros Jordi Jané, Neus Munté y Meritxell Ruiz se convirtieron ayer en los primeros testigos en declarar ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena en la causa por rebelión. Su testimonio debía aclarar cuándo arrancaron las intenciones del Govern de Carles Puigdemont de declarar la independencia unilateral, porque los tres abandonaron el Ejecutivo catalán poco después de que el conseller de Empresa Jordi Baiget fuera cesado fulminantemente tras decir en una entrevista que «la fuerza del Estado» impediría celebrar el referéndum. Los testigos alegaron motivos personales para justificar su paso atrás político, pero, según fuentes jurídicas, pese a todo, de sus palabras se desprendía la amenaza de la unilateralidad. El primero mencionó «una hipotética toma de decisión unilateral», que, aunque no le gustaba, tampoco le preocupaba, y la tercera se remitió a que «el ambiente empezaba a caldearse» para justificar su marcha. De ahí que la acusación que ejerce Vox haya afirmado que los tres admitieron que salieron del Govern para no incurrir en una ilegalidad. Pero ninguno lo dijo con esa claridad. Sino que apelaron a un fin de ciclo al frente de la labor que desempeñaban en sus respectivas consellerias.