De los trofeos morados del 2015, las alcaldías del cambio, ya solo queda una tacita (de plata, la de Kichi, en Cádiz), pero el escrutinio del pasado domingo alumbra otra ecuación en un buen número de municipios, muchos de ellos capitales, en los que Podemos es un actor irrelevante y Ciudadanos puede convertirse en el motor del cambio, otro tipo de cambio, pero coherente con el principio de regeneración con el que Albert Rivera promovió sus siglas. Supone, en muchos casos, desplazar a los populares después de muchos años de gobierno.

La decisión la tiene que tomar Ciudadanos en distintos puntos de la geografía española y va a depender de si Rivera opta por andalucizar del todo su estrategia (reeditando en serie la alianza con PP y Vox) o se decanta por poner huevos en distintas cestas, haciendo un ejercicio de equilibrismo que facilitaría el gobierno al PSOE en plazas donde es primera fuerza después de mucho tiempo. Esa carta del cambio como un valor en sí mismo es la que quieren jugar los socialistas en Badajoz (24 años de PP), Guadalajara (12 años) o Santander, donde jamás ha habido alternancia.

Ni el domingo por la noche ni los días posteriores al 26-M ha habido militantes socialistas clamando en las puertas de los ayuntamientos «con el Rivera de aquí no» porque la llave para desalojar al PP la tienen ellos en Jaén, Salamanca, Zaragoza, Burgos, Palencia o Jaén.

Que puedan continuar los alcaldes socialistas de Segovia, Córdoba o Ciudad Real, por poner solo algunos ejemplos, depende también de Ciudadanos, así que nadie va a ponerse estupendo en la cúpula del PSOE ni van a mirar de reojo, como le ocurría a Susana Díaz cuando fue investida con los votos naranjas. Nadie lo hará porque el contexto es otro y porque, sin elecciones a la vista, las poses se relajan, hay menos aspavientos y, por encima de todos los argumentos, hay uno: no hay muleta posible por la izquierda.

Así que la pelota está en el tejado de Rivera. Que apueste o no por el cambio lo veremos en breve, pero la realidad es que Ciudadanos no ha ganado en ningún ayuntamiento de peso y la entrada en los gobiernos locales y provinciales le puede permitir echar raíces y lograr una implantación territorial de la que ahora carece. En política municipal, gobernar, aunque sea gestionando los parques y jardines de una ciudad media, suele reportar más réditos que ser uno más de la oposición que se desgañita en el pleno.

Parece lógico que Ciudadanos apueste por coaliciones que le permitan tocar poder para hacer partido, pero lo que está por ver es con quién las hace. Parece suicida que vaya a contaminarse con Vox en toda España solo por reforzar su perfil de oposición a Pedro Sánchez. Parece verosímil que pueda entregar algún bastón de mando al PSOE justificando así su discurso del cambio y parece probable que haya alcaldías que sean moneda de cambio. En cuatro comunidades, Cs puede inclinar la balanza hacia PSOE o PP y cuando las negociaciones están empezando nada es lo que parece.