Pablo Casado sabe que las elecciones del domingo en Andalucía deben servirle para asentarse como nuevo líder del PP y toda su estrategia política está orientada a esos intereses a corto plazo. Según fuentes de la dirección del partido, es en ese marco en el que hay que entender el endurecimiento de su discurso, con el que está intentando frenar la fuga de votos hacia Vox, la formación de ultraderecha a la que algunos sondeos dan hasta cuatro escaños. El problema es que está desatendiendo al votante de centro (y dejándoselo a Ciudadanos) y que no puede prever las consecuencias a medio plazo de esa radicalización de los mensajes.

Casado, volcado en la campaña andaluza desde el día en que empezó, ha aprovechado los mítines para elevar el tono en asuntos sociales y políticos delicados. Aunque Andalucía es una de las comunidades que más inmigración ilegal recibe y pese a que ha sabido integrar y evitar conflictos sociales, el líder popular ha incidido en la imagen más negativa de los que llegan a España y quieren «disfrutar de ayudas sociales» sin respetar las leyes españolas.

RECUPERAR SANIDAD Y EDUCACIÓN / Los actos electorales también le han servido a Casado para pedir la «recentralización» de las competencias de sanidad y educación. Fuentes de la dirección consideran que es necesario recuperar el control de la educación en Cataluña para frenar el sentir independentista. En plena campaña, los dirigentes populares no están entrando a analizar al detalle las propuestas, aunque en este último caso Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, no se puedo callar. «Yo soy un perro viejo, llevo 27 años en la política autonómica en Castilla y León y, aunque me tenga que ir con cierta desazón, no seré yo quien predique en mi organización política la recentralización de España», declaró antes de alabar el modelo autonómico.

Casado también cree que el Ejecutivo central debería recuperar la competencia de prisiones, que Cataluña tiene transferida. Un debate que aumentará ante la negociación en marcha con el Gobierno vasco para consumar esa misma transferencia en los próximos meses.

EN «UNA ESQUINA» / Estas propuestas, más su deseo de volver a la regulación del aborto de los años 80 y su posición contraria a la ley de la eutanasia, han escorado a Casado a un extremo del espectro electoral que su antecesor, Mariano Rajoy, evitó ocupar. «El partido no puede irse a una esquina. Hay que ocupar todo el centro», le decía Soraya Sáenz de Santamaría en julio a Casado en la campaña de las primarias.

Juanma Moreno, el candidato del PP a la Junta, sorayo de pro, está defendiendo postulados más moderados. No repite sus mensajes antiinmigración ni da por hecho que hablará con los radicales de Vox, como sí admitió el secretario general, Teodoro García Egea. La situación de Moreno es delicada porque sabe que si no queda segundo (por detrás del PSOE, pero por delante de Cs), Casado puede deshacerse de él.

En la cúpula de Ciudadanos, partido al que algunas encuestas le dan el doble de los escaños actuales (de nueve a 18), creen que el «miedo a Vox» ha ganado a Casado. Con más distancia que García Egea, Albert Rivera dijo que está dispuesto a «escuchar» a Vox y «ver qué condiciones ponen» si sus escaños son necesarios para una alianza de derechas.