No hubo ayer en Alicante, tal y como estaba previsto, solemne firma de un acuerdo de legislatura a tres bandas entre PSPV, Compromís y Unides Podem EU y la investidura hoy del socialista Ximo Puig seguía en el aire al cierre de esta edición.

El actual president en funciones de la Generalitat es el único candidato propuesto para un pleno que tiene previsto arrancar a las 10 de la mañana pero sus socios ya han advertido que sin acuerdo previo no votarán a favor y por tanto no habría mayoría absoluta. De hecho, se maneja la opción de que tras la intervención de Puig se pueda suspender la investidura durante 24 horas para darle una prórroga a una negociación que ahora mismo está bloqueada.

La comisión encargada del pacto se reunió a primera hora de la mañana de ayer después de que el lunes por la noche los representantes de Compromís se levantaran de sus sillas y se marcharan. Antes, la vicepresidenta en funciones Mónica Oltra había asegurado que su formación era la única que había encarado la negociación con generosidad. Para completar la escenificación del enfado, ni ella ni el resto de consejeros naranjas acudieron a la cena de despedida del Consejo que había organizado Puig.

Pero, además de gestos, hubo palabras. «Consideramos que hemos sido generosos, hemos manteniendo en todo momento nuestra lealtad, pero una cosa es mantener la lealtad y ser generosos y otra recibir humillaciones», apuntó Aitana Mas, una de las portavoces de la coalición.

Casi al mismo tiempo, Mónica Oltra y Ximo Puig mantenían un breve encuentro en el Palau de la Generalitat para aclarar posturas cara a la investidura. Tras esa reunión, la postura socialista en la mesa negociadora varió ligeramente y la pinza que durante días había realizado con Unides Podem se aflojó.

Fue entonces cuando los representantes morados se levantaron de la mesa. Vieron que Compromís no iba a ceder en la incorporación de competencias reales y con peso de Cambio Climático a una de las dos áreas que en principio dirigirá y que, además, el partido socialista valenciano ya no les apoyaba con la misma fuerza.

Después de doce días de interminables jornadas de negociación, existe un acuerdo sobre el programa a aplicar, pero sigue sin haberlo en el cómo y el quién. Es decir, que aún no se sabe cuántas consejerías habrá, qué competencias tendrá cada una y quiénes serán sus titulares y sus segundos y terceros, pues lo que sí que está claro es que volverá a haber mestizaje y se mezclarán personas de distintos partidos en cada departamento.

DOCE CONSEJERÍAS

Aunque en un principio se barajó la opción de un gobierno más amplio, en las últimas jornadas parece que todos aceptan que haya doce consejerías (con la duda de si Presidencia, con Pug al frente contará o no). El PSPV subiría una, hasta tener seis, Compromís perdería dos y se quedaría con cuatro, y UP se estrenaría con dos.

Este reparto habría llevado al partido de Oltra a vetar que Rubén Martínez-Dalmau, el cabeza de lista de Podem, tenga rango de vicepresidente como ella.

Desde el principio estuvo claro que el acuerdo sería más difícil que en el 2015 al tener más fuerza el PSPV, algo menos Compromís y sobre todo ante la voluntad de Podem de entrar en un ejecutivo que apoyaron desde fuera la pasada legislatura.

«La sociedad valenciana tiene una posición clara a favor de un Gobierno de progreso y debemos esforzarnos para que sea posible», apuntó Puig, que subrayó que su partido es «la primera fuerza política de la Comunidad Valenciana» y por tanto «le corresponde un liderazgo».