El Papa aprovechó ayer la recepción que ofreció al nuevo embajador español ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar, para dirigir una dura reprimenda al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, sólo tres días antes de que éste visite el Vaticano. Juan Pablo II le reprochó sus iniciativas políticas para ampliar el aborto, agilizar el divorcio, permitir que los homosexuales puedan contraer matrimonio y adoptar hijos, y suprimir la asignatura obligatoria de Religión de las escuelas públicas.

En el mensaje leído durante la tradicional presentación de credenciales del nuevo embajador, el Papa no perdió la oportunidad para pedir que España garantice "el derecho fundamental a la vida", defienda la familia y el matrimonio entre hombres y mujeres, y la enseñanza de la religión católica. "Sin discriminación ni imposiciones", puntualizó.

ACUERDOS CON EL VATICANO Juan Pablo II tampoco evitó referirse a la posible revisión de los acuerdos entre España y el Vaticano firmados en 1979 y advirtió de que desaprueba los "cambios repentinos". Subrayó que la Iglesia y el Estado no pueden ignorarse y abogó por una constante y abierta comunicación "para evitar el riesgo de alteraciones bruscas". Refiriéndose al aborto, el Pontífice denunció la "incoherencia de ciertas tendencias de nuestro tiempo que, mientras por un lado magnifican el bienestar de las personas, por otro cercenan de raíz su dignidad y sus derechos más fundamentales", como el de la vida. Así, se refirió a la familia como el núcleo de toda sociedad y señaló que entre los derechos fundamentales está el de nacer y crecer en un hogar estable, "donde la palabra padre y madre puedan decirse con gozo y sin engaño".

Al final, Juan Pablo II tuvo un recuerdo para las víctimas del 11-M y dirigió un saludo a la familia real.