“¿Estamos ante el último acto previo a la constitución de un Govern que cumpla con las leyes o bien ante el primero de precampaña electoral?” La duda expresada por Inés Arrimadas en el hemiciclo resume el ambiente de la sesión parlamentaria de este viernes, donde la mirada se dirigía más a lo que puede suceder el sábado en Berlín, con la reunión de JxCat, que en lo que sucedía en el Parlament. Las palabras de la líder de Ciutadans antecedieron la aprobación, por el bloque independentista, de la modificación de ley de la presidencia en aras a permitir una investidura a distancia, evidentemente de Carles Puigdemont, pese al dictamen en contra del consultivo Consell de Garanties Estatutàries.

Pero que nadie se engañe. Esta vez, y a diferencia del 6 y 7 de septiembre, no hay desobediencia a la vista. Cuando el Gobierno recurra la norma y el TC la suspenda cautelarmente nadie la desoirá. Como nadie desoirá la prohibición expresa, del mes de enero, del propio TC sobre una eventual y concreta investidura de Puigdemont.

Para el independentismo supone, simplemente, una hoja más en el dossier de acciones del Estado encaminadas a impedir que se cumpla la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, expresada en las urnas el 21D. La vista está puesta en la reunión que el grupo de Junts per Cata llevará a cabo en Berlín el sábado y donde lo que parecía seguro el martes, que se iba a ungir a un candidato “efectivo”, este viernes ya aparece entre paréntesis.

El debate parlamentario sobre la norma ha sido una revisión de los que ya se vivieron en enero. La bancada secesionista esgrimió la legitimidad de las urnas. La bancada del 155 (Cs, PSC y PP) y los ‘comuns’ apelaron al sentido común. Al que indica que hacer una investiura sin que el candidato esté presente se pelea arduamente con que el eventual ‘president’ dé órdenes a distancia.

Un sentido común que tanto Miquel Iceta como Arrimadas ejemplificaron con el quehacer del propio grupo de JxCat: “Según ustedes se puede investir por Skype y gobernar por Whatsapp, pero las reuniones de grupo [la que celebran en Berlin] las tienen que hacer presenciales”.

De hecho, Xavi Domènech, por ejemplo, pasó de puntillas por el debate en sí y fue el único opositor a la norma que levantó la mirada, hacia el panorama político catalán. Porque era obvio que la ley no tendrá mayores consecuencias y porque supone un foco de distracción hacia lo que casi todos los partidos de la Cámara reclaman: formar Govern. “Y ustedes en Berlín, el sábado, no dirán nada”, ha aventurado el líder de Catalunya en Comú Podem “porque dijeron que iban a gestionar el tiempo, pero no saben para qué”.

Y en tanto, los rumores sobre la cita alemana se multiplican. ¿Habrá candidato? ¿Será Artadi? ¿Habrá más dilaciones? Fuentes de los partidos de la mayoría soberanista siguen afirmando, a la publicación de esta pieza, que no hay, aún, ningún nombre sobre la mesa.