El equipo de Pedro Sánchez tiene depositadas una parte importante de sus expectativas en un sector muy concreto de las bases socialistas. Su tamaño se sitúa en un 25% del total. «Son militantes que pagan su cuota y que llevan mucho tiempo dentro del partido, pero que desde hace varios años no participan en ninguna de las iniciativas de sus respectivas agrupaciones -explica un cercano colaborador del exsecretario general-. Si logramos que voten, nos votarán a nosotros».

Hay síntomas de que la candidatura de Sánchez está consiguiendo movilizar a esos afiliados. Primero, los propios actos del candidato, que se medirá a Susana Díaz y Patxi López el próximo 21 de mayo. La atmósfera que se respira en los mítines de Sánchez es distinta al resto: más primaria, con mensajes más sencillos que los de sus contrincantes, pero al mismo tiempo mucho menos apática y conformista. Dentro del proceso de reinvención en el que se encuentra inmerso, Sánchez, explican los suyos, está provocando que muchos afiliados hasta ahora situados en los márgenes del partido quieran pasar a ocupar un lugar central.

La otra señal de que hay sectores del PSOE a los que este proceso está despertando reside en el número de avales reunidos por Sánchez y Díaz. La presidenta de Andalucía, a la que apoyan los líderes territoriales más importantes, quería batir récords en este apartado y desmoralizar a los simpatizantes del exsecretario general. El objetivo era despejar cualquier duda sobre su hipotético triunfo.

Díaz llegó el pasado jueves más lejos que ningún otro nunca antes (59.390 firmas tras el recuento definitivo, casi un tercio de la militancia), pero el exsecretario general, sin apenas ayuda de los aparatos (con excepciones como Valencia, Castilla y León y Navarra), se quedó muy cerca: 53.117

Si a ambas cifras se le suman los 10.866 a favor de López, significa que dos terceras partes de los afiliados han respaldado a uno de los tres candidatos. No hay precedentes de algo así, y esta hipermovilización de las bases puede beneficiar más a Sánchez que al resto, según reconocen incluso varios colaboradores de Díaz. Aun así, en el equipo de la andaluza insisten en que Sánchez «ha tocado techo» y ya no puede atraer a más militantes, mientras que la presidenta de la Junta «sigue creciendo». De ahí, continúa esta versión, que el pasado viernes el exsecretario general intentara sin éxito que López se retirase y pasara a formar parte de su candidatura. Fue un anuncio cara a la galería (Sánchez lo llevó a cabo en un mitin, sin consultar antes con el exlendakari), que entre otras cosas pretendía atraer a los simpatizantes de López, un sector en principio pequeño pero determinante en una lucha tan reñida como esta.

«La cifra de avales no refleja el sentir en el partido. Los nuestros habría que multiplicarlos por 1,5; los de Díaz, por 0,7. Hay una parte importante de quienes la han avalado a ella que nos va a votar a nosotros», continúa el colaborador de Sánchez, incidiendo en las supuestas presiones que han ejercido los aparatos susanistas sobre los afiliados para obtener sus firmas. Un comportamiento de este tipo es más difícil con el voto, ya que este es secreto.

Más incluso que la que enfrentó a Alfredo Pérez Rubalcaba y la fallecida Carme Chacón en el 2011, y que la del propio Sánchez frente a Eduardo Madina tres años más tarde, esta campaña se distingue por la ausencia de discusión sobre las propuestas de uno u otro aspirante. No se trata tanto de estar a favor como en contra: los susanistas son sobre todo contrarios a Sánchez y los pedristas, contrarios a Díaz. Pocas cosas se han movido en las últimas semanas, y no se esperan muchas más en los menos de 15 días que quedan hasta los comicios internos. Salvo el debate entre los tres aspirantes, que aún no tiene fecha.

Los partidarios de Díaz reconocen que a la presidenta andaluza «no se le dan bien» estas citas, pero esperan aprovecharla para «desenmascarar» a Sánchez y sus «imposturas» y para enfrentarle a la cruda realidad de sus «pésimos resultados» en las elecciones generales. Los colaboradores del exsecretario general, que tampoco ha brillado especialmente en debates anteriores, admiten que la hemeroteca les puede hacer daño (sus propuestas son ahora muy distintas a las que hacía como secretario general), pero consideran que tienen un arma mucho más poderosa: el relato de un dirigente caído por no permitir que gobernara la derecha.