El fiscal Pedro Horrach y el juez José Castro han sido aliados en el caso Nóos, pero cuando el escándalo ha salpicado a Cristina de Borbón, se han separado. De familia adinerada, con hoteles en Mallorca y otras zonas del sur de Europa, Horrach siempre se ha mostrado en contra de la imputación de la infanta. Con Iñaki Urdangarin, en cambio, no le tembló el pulso en los dos interrogatorios a los que se sometió el yerno del Rey. Pero no ve clara la implicación de la infanta. Para Horrach, según un escrito remitido a Castro a finales de noviembre, no existen indicios contra ella. Solo «meras elucubraciones, rumorología o mera ficción». Su jefe máximo, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, está de acuerdo con él. Niega cualquier discriminación positiva hacia la hija del Monarca. «No hay ningún trato de favor. Sería un trato de desfavor hacer lo contrario de lo que uno piensa justificadamente en derecho», ha dicho.

Y ahora, tras tantas complicidades, Horrach y Castro se están distanciando. En el auto divulgado ayer, el juez instructor deja patente su malestar con el fiscal. «Se están perdiendo las formas y eso no es deseable», escribe.