Pedro Sánchez y sus más estrechos colaboradores suelen recordar que la mayor parte de los medios de comunicación, del poder económico e incluso de los altos dirigentes del PSOE vaticinaban que su triunfo en las primarias del partido, a finales del pasado mayo, traería consigo "tres plagas". La primera era la del "cisma interno", con Sánchez convertido en una figura tan divisiva que un número importante de socialistas no verían más opción que abandonar las siglas. La segunda plaga consistía en que las "concesiones" del nuevo secretario general a los independentistas y a Podemos, junto a su propuesta de reconocer la plurinacionalidad del Estado, iban a "romper España". La tercera era la caída del PSOE en la "irrelevancia", de la mano de un discurso "mucho más izquierdista" que sus votantes.

"Ninguna ha demostrado ser cierta", concluye el entorno de Sánchez dos meses después de haber recuperado el liderazgo socialista frente a Susana Díaz y Patxi López.

Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, tras conocer el resultado de las primarias de mayo. / JUAN MANUEL PRATS

El secretario general del PSOE es un dirigente distinto al de hace solo un año, cuando pasó de inclinarse por la abstención ante el PP a convertir el 'no' a Mariano Rajoy en su principal mensaje, en un proceso que ahondó su distancia con los barones, agrandó su imagen entre las bases y acabó con su forzosa dimisión en el histórico comité federal del 1 de octubre. Sánchez ha cambiado de actitud (actúa con más seguridad y menos impostura, admiten incluso sus críticos), de ideología (se sitúa más a la izquierda) y sobre todo ha cambiado la autoridad con la que ejerce su liderazgo. No le debe a nadie su victoria y apenas tiene deudas que saldar, algo que, según sus detractores internos, ha contribuido a exacerbar su cesarismo y su falta de comunicación con los dirigentes que no le profesan obediencia ciega.

RELACIÓN CON PODEMOS

"Hemos cambiado la conversación -señalan fuentes cercanas al secretario general-. Estamos otra vez en el centro del debate, ocupando el espacio que le corresponde al PSOE, con una interlocución directa con Podemos, Ciudadanos, el PNV y las fuerzas catalanas".

Sánchez, que quiere verse con el ‘president’, Carles Puigdemont, antes del 1 de octubre (fecha del referéndum de autodeterminación), otorga una especial relevancia a la transformación que su llegada ha provocado en las alianzas parlamentarias, indispensables en una legislatura sin mayorías claras. Antes, cuando una gestora pilotaba el PSOE, el PP buscaba en primer lugar a los socialistas para sacar adelante sus medidas (techo de gasto para el 2017, subida del salario mínimo y reforma del impuesto de sociedades, entre otras) y solo después a Ciudadanos, con el que Rajoy alcanzó un pacto de investidura. "Ahora ya no. Hemos vuelto a liderar la oposición", continúan en el entorno del líder.

La tesis de Sánchez es que su vuelta al poder socialista ha cerrado la gran disputa de la política española de los últimos años -quién lideraba la izquierda, el PSOE o Podemos- y que ahora los morados, al contemplar su derrota, "no saben qué hacer". Pablo Iglesias, según fuentes cercanas al líder socialista, "se ha visto obligado a abrazar las tesis de Íñigo Errejón de un mayor acercamiento al PSOE, pero ya sin Errejón". El principal ejemplo de este cambio de actitud del líder de Podemos es la entrada de su partido en el Gobierno socialista de Castilla-la Mancha. "Iglesias estaba convencido de que Díaz ganaría las primarias y ahora va a rebufo. Si Sánchez se reúne con los sindicatos, él se reúne con los sindicatos. Si Sánchez se reúne con los ecologistas, él se reúne con los ecologistas", continúan las mismas fuentes.

Esa ventaja de los socialistas sobre los morados, confirmada por las encuestas, también puede servir, a ojos de Sánchez, para "normalizar" las relaciones entre ambas fuerzas. Desde que asumió el cargo, el secretario general del PSOE se ha reunido dos veces con Iglesias, una en solitario y otra con sus respectivos equipos, y de ahí ha salido un principio de acuerdo para coordinarse en el Congreso. Pero los hechos desmienten a las palabras. Solo un día después del último encuentro, Podemos presentó por su cuenta una proposición de ley sobre becarios. El jueves, el PSOE votó en contra de las conclusiones de los morados en la comisión sobre la 'operación Cataluña'. "Va a costar, porque hay mucha desconfianza entre nosotros. Pero la alianza dará sus frutos", insisten en el entorno de Sánchez.

FALTA DE INTEGRACIÓN

Los críticos internos, mientras tanto, continúan ejerciendo de tales, pero ya no cuestionan la autoridad de un secretario general que obtuvo más de la mitad de los votos de las bases. Por el momento, señalan que Sánchez ha extremado su tendencia a tomar decisiones por sí mismo, sin buscar el consenso con los líderes territoriales, y ha compuesto una ejecutiva "técnica", no "política", donde nadie le pueda hacer sombra y la integración es casi inexistente. Sus únicos representantes son Patxi López, secretario de Política Territorial, y el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, nuevo presidente del Consejo Federal, el organismo que reúne al líder con todos los barones.