Seis horas antes de que Mariano Rajoy fuese investido, Pedro Sánchez entregó su acta de diputado para no obedecer el mandato del Comité Federal que le obligaba a abstenerse. No pudo evitar las lágrimas. Diez meses después, su renuncia al escaño en el Congreso es la bandera que le reivindica como líder rebelde frente al 'establishment' y, a la vez, un lastre que podría dificultar que arraigue su perfil como jefe de la oposición. El Gobierno se propone hurgar en esa debilidad. La Moncloa siente que Pablo Iglesias ha dejado de ser un peligro por su estancamiento en las encuestas y ha decidido centrar sus ataques en un PSOE en remontada. Dardos contra Sánchez y, también, contra su portavoz en el Parlamento, Margarita Robles.

La ausencia de Sánchez en el Congreso se hará más evidente en el nuevo curso político que ahora comienza, aunque su equipo viene planteando este reto desde que volvió a la secretaría general del PSOE, en mayo. Fuentes socialistas aseguran que la falta de escaño le permite cierta protección y evita el desgaste de una sobreexposición mediática.

Admiten, también, que no estar en el Congreso constituye un peligro, puesto que el grupo parlamentario que sigue fracturado entre sanchistas y susanistas, y porque impide el enfrentamiento cara a cara con Rajoy. Sin ser diputado, es más complicado trasladar la imagen de jefe de la oposición, porque no se enfrenta al presidente del Gobierno en la Cámara.

En cuanto se retomen los plenos, la segunda semana de septiembre, cada miércoles la sesión de control enfrentará a Rajoy con Iglesias, pero Sánchez no estará allí. La voz del PSOE es Margarita Robles.

Insisten desde las filas socialistas que el secretario general estará presente en otras ocasiones. Cada martes, en la reunión del grupo parlamentario (encuentro en el Congreso para preparar la actividad semanal) y también ofrecerá las ruedas de prensa más relevantes tras las ejecutivas de los lunes en la sede madrileña de Ferraz.

¿Es esta presencia suficiente para compensar su ausencia en el Congreso? Dependerá, reconocen, de cómo se vaya implementando la táctica.

Coordinación de voces

La ausencia de Sánchez obliga, también, a una mayor coordinación entre las caras visibles del partido, que ya se han enredado en algunas declaraciones públicas. El portavoz del PSOE, Óscar Puente, tropezó con una reflexiones sobre la gravedad de la situación en Venezuela y el tratamiento en los medios de comunicación sin necesidad alguna. Robles tuvo que matizarse a sí misma el pasado martes cuando opinó sobre la necesidad de retirar las urnas el 1-O en Catalunya.

El Gobierno se centra ahora en sacar partido del vacío de Sánchez en el Congreso. Fuentes populares señalan que Podemos ha dejado de ser una preocupación, por su descenso sostenido en las encuestas como partido y por la debilidad de la imagen de Iglesias como líder. El último estudio relevante, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de julio, sitúa los morados a 4,6 puntos del PSOE, lejos de los 0,9% que les separó en las elecciones de 2016. Los socialistas, en plena remontada, están a 4 puntos del PP, de los 11 que le separaban el 26-J.

En este contexto, la Moncloa entiende que su riesgo principal es ese crecimiento socialista y se fija como prioridad táctica debilitar al PSOE y causar dudas al votante moderado para que se abstenga. ¿Cómo? Permitiendo respirar a Iglesias y estrechando la presión sobre Sánchez y Robles.

Desprestigiar a Robles

El plan se evidenció en el pleno extraordinario del pasado miércoles en el que Rajoy fue llamado para dar cuenta de la financiación irregular del PP. En su intervención inicial, pero sobre todo el los turnos de réplica, el presidente del Gobierno lanzó una ofensiva en toda regla contra la portavoz socialista, pero apenas hizo referencias a Iglesias.

Rajoy buscó desacreditar a Robles al indicar que la juez fue llamada como testigo en el caso Lasa y Zabala. Con ese dato trató de equiparar su testimonio ante la Audiencia Nacional por el ‘caso Gürtel’ con el de la portavoz socialista.

La tensión en el hemiciclo fue destripada más tarde en los pasillos. Aunque sorprendió la contundencia del ataque, los populares lo defendieron al alegar que, a fin de cuentas, Robles es la máxima representante del PSOE en el Congreso.

¿Es consciente el Gobierno de que la presión sobre el PSOE con un líder ausente puede acabar por dar alas a Iglesias? Completamente.

Buscan la abstención del votante socialista, aunque el azote a Sánchez dé oxígeno al jefe podemista. Saben que no pueden ser excesivamente agresivos (recuerdan el fracaso de una Esperanza Aguirre al ataque frente a una Manuela Carmena de campaña blanca), pero sí lo suficientemente incisivos como para erosionarle. En sus cálculos no entra, en ningún caso, que la ofensiva contra los socialistas propicie un incremento relevante en la intención de voto al partido morado. Descartan el ‘sorpasso’ de Iglesias a Sánchez, pero esperan que el morado le haga suficiente sombra para impedirle crecer.