La primavera se perfila como el punto de inflexión para Podemos Andalucía, que tiene por delante una asamblea ciudadana que servirá para renovar la dirección y determinar el rumbo que tomará a corto plazo. Hasta ahora, la franquicia andaluza de Podemos está comandada por Teresa Rodríguez, que no oculta su apuesta por un partido independiente de la dirección federal y que reconoció esta semana que sopesa si presentarse a un tercer mandato. Y está por ver aún si Pablo Iglesias decide por fin dar la batalla para poner un dirigente afín que apuntale el modelo actual de partido y, de paso, consolide un poder territorial que se le resiste por el impulso de las diversas confluencias.

La formación andaluza se erige como una especie de anomalía en Podemos. En 2015, Iglesias se confió a la corriente anticapitalista, minoritaria en la formación, por ser la única con estructura en Andalucía que les permitiera sostener una candidatura ante unas autonómicas adelantadas por Susana Díaz precisamente para cortarles el paso. Rodríguez dejó el escaño europeo y logró 15 diputados, pero se hizo fuerte en la dirección. En 2016 logró un segundo mandato sorteando la batalla entre los partidarios de Iglesias y los de Iñigo Errejón y sobreponiéndose a una corriente crítica. Su triunfo se entendió entonces como una victoria del líder nacional, pero rápidamente llegó el desencuentro y el pulso con Madrid por su cuestionamiento del modelo territorial de partido.

El objetivo estratégico de Rodríguez, al que no renuncia, es lograr mayor autonomía orgánica y administrativa y formar un grupo propio en el Congreso. Una marea andaluza que, sin embargo, no termina de convencer a IU, su socio en Adelante Andalucía. Esta confluencia de izquierdas es precisamente el vehículo que Rodríguez pretende que lleve la marca del nuevo partido andaluz. Pero la coalición de Alberto Garzón, especialmente tras la llegada de Toni Valero, lo rechaza, y ante las fricciones y críticas públicas, la líder morada ha optado por enfriar sus planes. Tampoco cuenta con apoyo de la militancia: varias facciones críticas agrupadas en Sí, Podemos-Andalucía en Movimiento, buscan un candidato alternativo que apueste justamente por fortalecer Podemos. El rechazo de Rodríguez a cualquier alianza con los socialistas, incluido el gobierno de coalición, también ha generado fricciones con IU y con las bases, que lo apoyaron de forma aplastante.

Rodríguez concedió esta semana que medita si presentarse o no, apuntando que todavía estamos debatiendo cómo vamos a participar, qué iniciativa presentar en la Asamblea. Hay debates muy profundos, y cuando esta dirección accedió al cargo adoptó dos compromisos muy claros, la defensa de la autonomía frente al PSOE-A y ser muro de contención de las derechas y construir un sujeto propio andaluz. Ahora tenemos que hacer balance de esos compromisos, ver hasta dónde hemos llegado y hasta dónde podemos llegar, justificó.

Hasta el momento, el liderazgo de Rodríguez ha sido indiscutible, y no se perfila ningún dirigente de peso capaz de hacerle sombra salvo José María González Santos, Kichi, alcalde de Cádiz y único regidor que conserva Podemos, pero que también es pareja de Rodríguez y coincide en sus planteamientos. En las últimas semanas Podemos Andalucía ha celebrado varios encuentros para analizar y debatir los documentos programáticos que deben votarse en la asamblea ciudadana, que tocaba el año pasado y se fue aplazando para evitar los procesos electorales. A falta de conocer en los próximos días el reglamento de la convocatoria, el congreso autonómico está previsto para marzo, pero los planes de un Iglesias ya vicepresidente del Gobierno de convocar ese mes la asamblea federal pueden trastocar de nuevo el calendario andaluz y moverlo a mayo, dando margen a Iglesias para decidir si quiere, ahora sí, dar la batalla por Andalucía.