Si se cumplen los vaticinios de Podemos, es recomendable que salgan mañana a comprar el diario, en papel, y lo conserven como documento histórico para mostrárselo a sus nietos cuando les relaten cómo fue el día en el que Pablo Iglesias resultó proclamado secretario general del partido, en el Teatro Apolo de Madrid. Llámenlo sobreexpectativas, visión histórica, grandilocuencia pedante o simple ingenuidad, pero la expresión es del artífice de casi todo en Podemos, el estratega Íñigo Errejón. "Va a ser un hito mediático, no puedo revelar más", adelanta.

Sobre augurios de éxito, comenzará hoy a mediodía un acto de tres horas del que Pablo Iglesias saldrá a hombros como líder incontestable del partido. De este modo, se echará el cierre a la asamblea ciudadana que ha durado dos meses y ha transformado a Podemos en un partido formalmente constituido que llama a las puertas de la Moncloa. A ese camino recorrido y al horizonte hacia el que se dirige a partir de hoy, hará referencia el nuevo secretario general, en un discurso amplio, con voluntad de dejar huella, que le ha llevado largo tiempo de elaboración.

Blindando a Iglesias, quedarán elegidos también sus más fieles colaboradores, que coparán los órganos de dirección: el consejo ciudadano nacional, formado por 62 personas, entre las que están los miembros fundadores y los asesores más cercanos, y la comisión de garantías, con 10 dirigentes. En la cúpula no quedará ni rastro del sector rebelde, encabezado por el eurodiputado Pablo Echenique, con el que el equipo de Iglesias mantiene una relación fría desde que les acusaron de falta de pluralidad. Críticas al margen, el cuadro directivo que sale de las urnas de forma aplastante confirma a Iglesias y su guardia pretoriana como líderes incuestionables de Podemos, el partido que en nueve meses ha pasado de ser un movimiento en las aulas de la Universidad Complutense de Madrid a un tsunami con fuerza suficiente para derrumbar el bipartidismo en España.

PROGRAMA ECONÓMICO

En la primera reunión de la ejecutiva --previsiblemente la próxima semana en Madrid, aunque el lugar no está decidido porque siguen buscando una sede-- los recién nombrados dirigentes de Podemos repartirán las áreas de responsabilidad y pondrán sobre la mesa los dos temas más urgentes a resolver. Consolidar un programa económico que resulte creíble a unos simpatizantes que piden con insistencia un argumentario más sólido, y tomar decisiones oficiales respecto a Cataluña.

En esa primera ejecutiva también se acabarán de oficializar decisiones como el reparto mediático, puesto que Podemos seguirá apostando por la política desde el plató de televisión. Iglesias permanecerá a caballo entre el escaño en Bruselas y las tertulias de Madrid, pero la demanda de su presencia es tan desbordante que los dirigentes han decidido diversificar la portavocía con nuevas caras para rebajar el nivel de estrés del secretario general.

Resultaría injusto decir que solo es él el agotado. Su equipo apenas tuvo cuatro días de vacaciones en verano, hay colaboradores que llevan medio año sin ver a la familia, océanos de por medio y jornadas habituales de 14 horas. "Espero comerme los turrones con la familia, pero tampoco me quiero hacer ilusiones", sonríe un colaborador, mientras vuelve a sumergirse en la tarea de cuadrar la agenda imposible de Iglesias.