Los intentos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias por reanimar unas negociaciones que parecen encalladas se dan de bruces, una y otra vez, con un escollo que se presenta insalvable, por el momento: la estructura del próximo Ejecutivo y el encaje que tendrán los morados. Fuentes conocedoras de las negociaciones aseguran que el desencuentro radica en la propuesta del líder podemista, que ha puesto sobre la mesa el diseño de un Gobierno con cuatro vicepresidencias, de las cuales reclama una para sí mismo, de asuntos sociales. Además, indican dichas fuentes, exige para su partido otros «cuatro o cinco ministerios», una propuesta que el presidente del Gobierno en funciones descarta por completo. Sánchez se abre a incorporar independientes, incluso de las confluencias de Podemos al nuevo Ejecutivo, pero no a miembros morados y menos en carteras del peso de una vicepresidencia. «Esta me parece la propuesta más sensata, realista y generosa que podemos hacer», sostiene el candidato socialista.

A dos semanas de que el pleno del Congreso se prepare para la segunda votación de investidura, PSOE y Podemos achacan el fracaso de las negociaciones a la obsesión del adversario por ocupar sillones en el Consejo de Ministros y a una desconfianza mutua que habían ido sorteando en los últimos meses de colaboración pero que, ahora, vuelve a florecer.

Tanto fuentes gubernamentales como moradas reconocen que Iglesias ha puesto encima de la mesa que el nuevo Ejecutivo se despliegue en cuatro vicepresidencias. Con ese número, entiende el líder morado, Sánchez puede concederle una a él. Para Iglesias ese cargo es vital, por las atribuciones del puesto, por la visibilidad pública, porque exhibe poder interno, y porque le permitiría coordinar otras áreas que también reclama para los suyos: cuatro o cinco ministerios, entre los que desea Trabajo, Cultura y áreas relacionadas con Memoria Histórica y Transición Ecológica.

El jefe podemista argumenta su reivindicación en obtener una representación en el Ejecutivo que sea proporcional a los votos obtenidos en las urnas el pasado 28-A. No obstante, la Moncloa ha recibido con sorpresa que su «socio preferente» les plantee semejante despliegue y que proponga incluso cuál debe ser la arquitectura institucional. Insisten en el Ejecutivo en que la obligación es construir un «Gobierno posible», que no esté expuesto a los vaivenes de Podemos, una formación que no consideran lo suficientemente cohesionada.

El Gobierno asegura que existe todavía una posibilidad real de llegar a un acuerdo que evite la repetición electoral. Considera que una vuelta a las urnas perjudicaría especialmente a Podemos, por un previsible aumento de la abstención y un trasvase de votos al PSOE y una eventual nueva formación liderada por el expodemista Íñigo Errejón. «A Iglesias no le preocupa la repetición electoral, le preocupa Errejón, que puede conseguir por lo menos veinte diputados», opinan en la Moncloa.