El partido liderado por Santiago Abascal, Vox, cuenta con más de 94.000 seguidores en Instagram, 135.000 seguidores en Twitter y 194.000 en Facebook, las tres redes sociales más populares actualmente. El número de personas que reciben los mensajes lanzados a través de su lista de difusión de alertas de Whatsapp es un misterio -como el número máximo de contactos por lista son 256, Vox podría tener varias listas con el mismo número- , pero el alcance de sus mensajes a través de esta plataforma propiedad de Mark Zuckerberg puede ser mucho mayor. Aquí no hay algoritmos que valgan. Por ese motivo, esta utilidad gratuita podría ser uno de los secretos del éxito electoral del partido de ultraderecha en las andaluzas.

Merece la pena puntualizar que una lista de difusión permite «enviar mensajes a varios contactos a la vez» siempre y cuando los contactos tengan el número de teléfono emisor guardado en sus agendas. Eso sí, una vez enviado el mensaje, los usuarios de esta lista pueden reenviar al resto de sus contactos, que a su vez también pueden compartirlo con sus contactos. Y así, sucesivamente, hasta alcanzar a miles de personas en muy pocos minutos.

Aunque hay otros partidos de extrema derecha en Europa, Vox parece haber encontrado sus modelos a seguir al otro lado del charco. Los eslóganes del partido de Abascal beben directamente de la campaña de Donald Trump para asaltar la Casa Blanca en el 2016: «España, lo primero» y «Ayúdanos a hacer España grande otra vez». Y del equipo de Jair Bolsonaro han tomado prestado su activismo en Whatsapp.

Precisamente la periodista brasileña Cristina Tardaguila, fundadora de la agencia de noticias especializada en el rastreo de fake news, explicaba cómo la propaganda electoral -y la circulación de posverdades- se había desplazado de Facebook a Whatsapp. «Su sistema es oscuro y no hay forma de monitorizarlo y chequearlo», explicaba Tardaliga. Su investigación, a partir de un sistema que rastrea chats públicos, «demostró que de 50 imágenes solo cuatro eran ciertas».

La periodista brasileña pronosticaba, semanas antes de la irrupción de Vox en las andaluzas, que Whatsapp «es un problema y será un problema en todas las elecciones de todos los países que lo usan» si no se consigue reducir el tamaño de las listas de transmisión -para impedir la viralización de ciertos mensajes en pocos minutos- y de los grupos de Whatsapp. Vox pide explícitamente a los usuarios de su lista de difusión que compartan los contenidos recibidos. La viralización, lo primero.