Los agentes que comparecieron ante el tribunal del 'procés' este miércoles volvieron a dejar patente los universos paralelos que se vivieron ese día en Cataluña. Lo expresó uno de los subinspectores al recordar los insultos que recibió, a los que no dio importancia, porque también los recibe en otros operativos, y las consignas a favor de la votación que oyó. "Una señora me dijo 'queremos votar' y le contesté 'pero no me lo diga a mí, que esto es una orden judicial", explicó.

Y en cierto modo, esa realidad simultánea es lo que motivó también la reprimenda del día del presidente del tribunal, Manuel Marchena, que en esta ocasión se dirigió contra uno de los abogados de Jordi Cuixart, Benet Salellas, que preguntó a uno de los testigos por si se interesó por el estado de salud de una de las personas que vio que resultó lesionada, cuando abandonaban un colegio.

"El sentimiento del agente no tiene ninguna trascendencia jurídica. Y en su escrito de defensa también ha incluido hechos que tienen trascendencia jurídica. Preguntar el sentimiento piadoso del agente no tiene trascendencia. Está usted perdiendo el tiempo y nos lo hace perder a nosotros", explicó el magistrado.

ORGANIZADOS

El policía coincidió con sus compañeros en que la resistencia que encontraron en los colegios estaba "claramente organizada". Fue una de las pocas veces que una pregunta de la acusación que ejece Vox, empeñado en interesarse por armas y personas embozadas, obtuvo una respuesta afirmativa. El testigo justificó su respuesta en "la disposición de la gente, en que había gente esperando para 'dar el agua' y avisar de que llegábamos".

Y en mostrar su extrañeza porque al llegar a los centros había niños entre las personas que les impedían la entrada. En el primer centro, la Escuela Oficial de Idiomas de Lleida, en la que el subinspector 76.7523 actuó contó que los agentes hicieran un pasillo para que "una señora sacara a un niño y otra a una niña". Se preguntó por qué no les sacaban antes sabiendo que ellos yha habían llegado. "Yo con mis hijos no haría eso, no los pondría en peligro, por lo que pueda pasar", precisó.

Como han ido declarando otros agentes, la situación más complicada se vivía cuando intentaban abandonar el centro. "Era todo acoso y hostigamiento para que no pudiéramos marcharnos", afirmó. Según su relato, en uno de los centros no le dejaron ni hablar, lo que no le había ocurrido ni en el 15-M. Otro de los agentes fue aún más allá y calificó lo que se encontró de su salida de "turba violenta y hubo que llamar a las unidades de intervención".

"Lo hacían muy bien, porque te levantaban los brazos, pero no te daban ni medio metro. Te daban patadas", mientras gritaban que 'Gente de pau, gente de pau'. Yo les decía a los compañeros 'no caigáis, vamos a hacerlo tranquilo, que no tenemos prisa ninguna', y fuimos sacando a la gente", explicó.

VERBALIZAR QUE NO ACTUARÍAN

Otro de los agentes aseguró que los mossos que vio en los distintos centros en los que actuó "verbalizaron que no actuarían". Los primeros se remitieron a la próxima llegada de su superior, pero finalmente dijeron que no lo harían, por lo que les pidieron que se retiraran.

Llamó la atención cuando el subisnpector explicó que como no conocía Lleida dio varias vueltas para encontrar una clínica donde le atendieran la lesión que había sufrido en una mano, porque explicó que le había reconocido y que al encararse con él asintió al preguntarle si era mosso. Le recriminó que le siguiera, pero no le pidió que se identificara y acabó indicándole cómo llegar a urgencias. "Fue amable", concluyó el policía.