Los dos policías forales que acudieron en ayuda de los guardias civiles agredidos en Alsasua (Navarra) afirmaron ayer que recibieron una «paliza» por su condición de miembros del instituto armado, ya que nadie más denunció lesiones y la gente allí congregada sabía que eran agentes.

En la tercera jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra ocho presuntos agresores de los guardias civiles, que se enfrentan a penas de entre 12 y 62 años de cárcel, declararon también el propietario y una camarera del bar donde ocurrieron los hechos, que negaron haber visto el incidente, aunque ante la pPolicía afirmaron haberla visto y que incluso había sido «planificada».

Los agentes autonómicos que fueron al lugar han relatado el «ambiente» que viven en Alsasua en el día a día. «Cada vez que nos toca actuar allí acabamos teniendo que salir rápido, porque enseguida empiezan los gritos y los insultos», explicó uno de ellos, que añadió que esa noche «había gente que claramente te miraban con asco, como muchas veces».

Coincidieron que en la madrugada del 15 de octubre de 2016 que se encontraron con unas 40 personas fuera del bar Koxka en un ambiente muy tenso y que los únicos heridos que allí había eran los guardias civiles porque «nadie solicitó ningún tipo de parte de lesiones ni se puso ningún tipo de denuncia por ser agredido». «Vi claramente que fue una paliza y ya está», dijo uno categórico.

Tendido en el suelo se encontraron al teniente de la Guardia Civil, con la cabeza en el regazo de su novia, con sangre en la boca, bastante aturdido y con mucho dolor en la pierna. También estaba el sargento, llorando y vestido con una camisa blanca manchada con numerosas huellas de zapatos. Desde que llegaron al bar el ambiente era «hostil», según su testimonio, y escucharon frases recriminándoles que entraran «en el juego de la Guardia Civil» y otras como: «¿Por qué no detenéis al sargento?».