Llenar las urnas de votos asegura a los partidos un trozo mayor de la tarta parlamentaria e incluso la guinda de formar Gobierno. Pero no solo eso. Cada papeleta se traduce en ingresos para las formaciones, que reciben más o menos dinero público en función de sus resultados. Tres de cada cuatro euros que ingresaron los partidos políticos en el 2018 procedía de las arcas del Estado. El euro restante les llega de donaciones privadas o cuotas de afiliados.

En el 2018, PP, PSOE y Ciudadanos se embolsaron más de 100 millones de euros de dinero público. Los últimos datos disponibles de Podemos -el único que aún no ha actualizado su portal de transparencia, por lo que siguen siendo del 2017- suman a la cuenta casi 19 millones de euros más. La mayor aportación de dinero público se la llevan en subvenciones anuales para gastos de funcionamiento, a cuenta del Ministerio del Interior -en función del número de diputados- y de algunos gobiernos autonómicos, por la representación regional.

Otro trozo son «aportaciones de grupos institucionales», lo que los partidos reciben de las Cortes y los parlamentos autonómicos por sus grupos. Y la tarta de dinero público la completa una partida, más modesta, destinada a gastos de seguridad, también a cargo de Interior. La cantidad total es similar, por ejemplo, a la que el Estado transfirió a autonomías y ayuntamientos para luchar contra la violencia machista en los últimos Presupuestos, 120 millones de euros.

Los partidos no se sustentan solo con dinero público. El sistema de financiación incluye ingresos privados procedentes de cuotas de afiliados, aportaciones de sus cargos públicos y donaciones y legados. Estas últimas quedaron muy limitadas tras la última reforma del sistema de la ley de financiación, después de que una cascada de escándalos de corrupción dejara en evidencia que las donaciones eran la vía preferida para engordar irregularmente las cuentas.

Vox es el que más recibió en el 2018 por este concepto, más de 450.000 euros, aunque tuvo que devolver unos 6.000 por provenir de donaciones «improcedentes». Afiliados al margen, fue su única fuente de ingresos. Cs ingresó por esa vía menos de 20.000 euros.

Por partidos, el PP es el que tiene más dependencia de las subvenciones. En el 2018, el 87% de sus ingresos fueron públicos, casi 40,3 millones, mientras que apenas seis millones fueron de origen privado. Su representación en el Congreso ha caído a la mitad y también caerán sus ingresos. Si el grupo parlamentario recibe unos 20.000 euros al año por cada miembro, tener 68 diputados menos supone perder 1,4 millones.

El PP debe a las entidades de crédito 25.050.243 euros, pero la deuda del PSOE es todavía mayor. Hasta 40.227.636 euros, y eso que en el 2018 amortizó 10 millones. La debacle electoral de los socialistas llegó en el 2011, y los números rojos se instalaron varios ejercicios después.

Cs presume de haber liquidado todos los créditos que cerró con los bancos para los diferentes procesos electorales. Más allá de eso, el partido seguía debiendo a entidades de crédito 6.852,26 euros.

La opacidad sigue siendo la tónica cuando lo que se consulta es el libro de afiliados. Pese a que el PP es el partido que presume de tener más socios, el PSOE es con diferencia el que más ingresó en cuotas. Fueron casi 10,3 millones, casi el triple que los 3,6 millones del PP, por los 3,2 millones de Cs. Vox recaudó un millón de euros en cuotas.

Podemos es el único sin deudas con los bancos. Son datos del 2017, el primer año en que empezó a cobrar a los afiliados: ingresó 944.000 euros por este concepto.