La toma de posesión de José Bono no fue como las demás. El flamante ministro de Defensa convirtió su debut en una curiosa celebración con más de un centenar de invitados que componían un mosaico variopinto, incluso un punto extraño: desde el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, y el Nuncio del Papa, Manuel Monteiro, al cantante Raphael y su esposa Natalia Figueroa, pasando por la actriz Concha Velasco, el juez Garzón, el periodista Pedro J. Ramírez y el escritor Antonio Gala, amén de sus compañeros de partido Francisco Vázquez, alcalde de La Coruña, y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura.

La fe y los amigos

A la hora del discurso de Bono, lo primero fueron la fe católica y los amigos. Después, la pulla a los adversarios y el latigazo a los nacionalistas. Más tarde, los mensajes a las Fuerzas Armadas: "Os defenderé, trataré de que el pueblo os quiera, juro que mientras sea ministro no habrá asociaciones sindicales entre los militares ni en la Guardia Civil". Y por último, el compromiso de que "el Gobierno no volverá a dar la espalda a la ONU ni a los españoles de derechas y de izquierdas que no entienden ni aceptan la presencia de nuestras tropas en Irak".

Con tono populista, su primera cita fue para el cardenal Rouco; la segunda para José Blanco, secretario de organización del PSOE. "Cómo no citar a Pepe Blanco, cuyo mérito nadie le va a reconocer en su justa medida ni por teléfono". Saltó de invitado en invitado y, después de elogiar a Ibarra "como presidente autónomo hasta de su partido y como patriota auténtico frente a los que se ponen a España por montera", desagravió a Raphael por las críticas que recibió cuando se proclamó franquista. "Mi padre --dijo Bono-- fue falangista y yo no soy más honrado que él".

Siguió con un discurso alejado de los cánones formales. "¡Garzón! Baltasar Garzón, que tantas alegrías nos ha proporcionado. Si no fuese un juez dispuesto a dar la vida habría que buscarlo. ¡Y Pedro Jota Ramírez, director de El Mundo , ahí es nada! Tiene una pluma bien dura y bien difícil". Extendió sus alabanzas a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega: "¡Cuándo se había visto en España una mujer vicepresidenta! No por una condición de género, sino de genio".

Cuestión de testosterona

Bono lamentó la ausencia del alcalde y de la presidenta de Madrid, así como la de su antecesor, Federico Trillo. El ministro entrante aseguró que uno de ellos excusó su asistencia con estas palabras: "Pepe, nos han prohibido asistir", y atribuyó la ausencia de dirigentes del PP a "la falta de testosterona".

Cargó contra los que en vez de España prefieren decir Estado español. "Es ridículo. ¿No se dan cuenta de que su tinglado ideológico quedaría en cueros si no tuvieran una España con la que meterse?", dijo a los nacionalistas.

Prometió trabajar para que el Ejército sienta el cariño del pueblo. Y se propuso "dar la vida si es preciso para acabar con los terroristas armados allí donde se encuentren, para que avance la justicia y la libertad en el planeta". Y agregó: "Si muriese defendiendo a mi país, incluso contra los falsos patriotas, yo estaría orgulloso".

Citó a Indalecio Prieto, fugaz ministro de la Guerra durante la Segunda República, antes de exponer su idea de la defensa de España como la lucha por la justicia y la igualdad. "No se defiende mejor aumentando la bandera del despacho ni gritando viva España en un acto público". De hecho, no dio los vivas reglamentarios.