Ni en sus sueños más remotos Luis Garrudo Hernández hubiera sospechado que se iba a convertir en la pieza fundamental para esclarecer el mayor atentado terrorista en la historia de Europa. Portero en un edificio de Alcalá de Henares, Garrudo alertó a la policía, la mañana del 11-M, sobre la existencia de la furgoneta que permitió apuntar al terrorismo islamista como autor de la masacre de Madrid.

Campechano, de mediana edad y casado, Garrudo abrió ayer las comparecencias ante la comisión investigadora del 11-M. Ese día se levantó a las 06.45 horas y, como de costumbre, se dispuso a ir a la estación de Renfe a recoger los diarios gratuitos. Nada más abrir el portal divisó una furgoneta y tres personas, dos en la parte delantera y una en la trasera.

--"Fue un impacto brutal, porque (uno de ellos) estaba encapuchado y no hacía ni gota de frío. Me quedé helado, porque pensé que iba a dar un atraco" --contó.

Muy deprisa

Como el encapuchado iba a la estación, el portero lo siguió un trecho, pero después lo perdió de vista porque caminaba "muy deprisa". Al volver, Garrudo vio que la furgoneta seguía en su lugar y que "los otros dos chicos se estaban empezando a poner el gorro". "Y ya vi que no había nadie", añadió.

Después de las explosiones, Garrudo trasladó su inquietud al presidente de la comunidad de vecinos, que, a su vez, lo comunicó a la policía de Alcalá de Henares. A partir de ahí se armó la grande. "Vino un grupo de policías, me cogieron en el centro de la calle; en aquellos momentos parecía yo el delincuente. Por lo menos hice allí cinco declaraciones seguidas. Fue como un estado de sitio", dijo.

Pasado el mediodía se produce el primer registro de la furgoneta por parte de un perro adiestrado. Garrudo, que observa desde el portal, dice que escuchó que en la furgoneta había unos detonadores y una cinta de casete, pese a que la versión oficial señala que en esa revisión no se halló nada.

--"Yo no sé ni quién me lo dijo ni cómo lo oí, pero sé que antes de venir a declarar a Madrid yo sabía que habían encontrado eso" --dijo.

Radio encendida

Hacia las 13.30, la policía le conduce a Madrid para interrogarlo. La radio de la furgoneta está encendida. El líder radical vasco Arnaldo Otegi niega la autoría de ETA.

--"Por romper un poco el hielo pregunté por eso, como podía haber preguntado sobre un partido de fútbol" --dijo el portero.

--"Y le responden..." --apremió el diputado Jordi Jané, de CiU.

--"Creo que me contestó... No me contestó muy eso. Pero creo que dijo que no fue ETA".

--"¿Lo cree o lo recuerda bien?"

--"Sí. Me dijo que no. Pero no traerá ninguna complicación a la policía risas. A ver si resulta que ahora ya no voy a poder volver yo aquí y me..."

En el trayecto hacia Madrid escuchan al entonces ministro Acebes, que proclamaba la autoría de ETA.

--"Yo estaba con las dudas ya. La policía también las tendría. Ellos se miraban...", dijo Garrudo.

En una comparecencia posterior, el comisario jefe de la Policía de Alcalá de Henares, Eduardo Blanco, negó que en la primera inspección se supiera nada de detonadores y cintas. "Todos los dispositivos que montamos fueron con la hipótesis de que era ETA", dijo.

Jané le recordó que la furgoneta tenía sus placas originales y no dobladas, como suele hacer ETA.

--"¿No le supuso una advertencia adicional?"--espetó.

--"No" --dijo al comisario.

Hacia las 16.00 horas, la inspección del vehículo en la comisaría central de Madrid revela la existencia de siete detonadores y una cinta en árabe. Al comisario jefe de Alcalá se lo dicen tres horas después.

--"¿Le parece normal?"

--"Yo no llevo la investigación del día 11. Entonces, lo encuentro normal. Creo que tendrían que dar las comunicaciones a otras personas que no a un simple comisario de Alcalá de Henares".