El nuevo presidente del Gobierno y su equipo están disfrutando ahora de sus días de mieles. Los partidos que le brindaron apoyo para derrocar a Mariano Rajoy con una moción de censura se muestran de forma general cercanos o expectantes ante cada gesto o paso que dan Pedro Sánchez y los suyos. Ciudadanos, al tiempo, busca su espacio una vez que ha dejado de reinar en las encuestas en medio del tsunami político español, mientras que el PP, llamado a ser azote de socialistas en próximos meses, pasa por un proceso congresual inédito en sus filas en busca de líder.

Así que Sánchez disfruta de unos inicios plácidos, con la excepción de algún zarpazo que le llega de vez en cuando desde las huestes populares o de los políticos naranjas. También entre tanto sol coyuntural cae tormenta ‘amiga’. La negociación que ha llevado mano a mano con Podemos para renovar la cúpula del RTVE, pactando que el periodista Andrés Gil sea el presidente de RTVE, ha dejado al descubierto que sus otros potenciales socios no permitirán trato de favor a los morados. De hecho amenazan con impedir ese nombramiento.

La realidad es que El PSOE sólo cuenta con 84 diputados en el Congreso y tiene que enfrentarse a la mayoría absoluta del PP en el Senado, por lo que deberá aprender de la crisis derivada de la negociación de RTVE (cuyo límite para lograr un acuerdo es este lunes a mediodía) a cuadrar círculos sin levantar suspicacias. Eso, por el lado en que supuestamente el viento puede soplar a favor.

Por el otro costado, por el que llegarán los ataques más virulentos, la pugna que mantienen PP y Cs por el trono electoral del centro-derecha le abrirá a los socialistas, sin duda, terrenos de oposición de complicada gestión social y emocional. Colóquese aquí asuntos como el de los presos de ETA y Cataluña.

MANIFESTACIONES EN LA CALLE

En lo que atañe al acercamiento de etarras a cárceles de Euskadi o alrededores, lo que puede ocurrir se ve venir desde ya: sea quien sea el próximo jefe de los populares, habrá oposición ante esa medida. No habrá piedad ante un tema que (casi) siempre ha sido de Estado y que llega tras el anuncio de disolución de la banda. Cierto es que cuando el PP tenga un referente elegido, Sánchez tendrá un interlocutor a quien tratar de convencer de sus razones. Pero se barrunta que no lo logrará. No hay un solo aspirante a la presidencia popular que avale el gesto e, incluso, hay quien como Dolores de Cospedal sugiere que llegarán incluso las "excarcelaciones". El Ejecutivo lo niega tajantemente.

El presidente del Gobierno garantiza que tendrá "empatía" con las víctimas. Una gran parte de ellas han anunciado que desconfían de lo que va a ocurrir y no descartan, en parte arengadas por los populares, manifestaciones en la calle para tratar de impedirlo. Cs es previsible que tampoco ande lejos de esa estrategia.

Tres cuartos de lo mismo, por más que las cuestiones sean dispares, con el acercamiento de los políticos catalanes presos: tanto PP como Cs han hecho sonar tambores de guerra. También la gestión de la crisis catalana ha dejado de ser, obviamente, tema de Estado. El clavo al que agarrarse para iniciar el giro es la sospecha que dicen tener conservadores y naranjas, y que van a ir enfatizando y engordando con el paso de las semanas, de que se van a ir pagando "facturas secretas" a los independentistas por haber apoyado a Sánchez en su moción de censura.

FISCALIDAD, DÉFICIT Y FINANCIACIÓN

También es previsible que la oposición en el terreno económico llegue por la derecha, de nuevo PP-Cs: El Gobierno lleva varias menciones a un posible incumplimiento del objetivo de déficit del 2,2 por ciento para este año, por más que reafirme su compromiso con Europa. De hecho, Sánchez dijo la pasada semana en el Congreso que los presupuestos aprobados, los del PP, no lo cumplen, tal y como avisó la UE, el Banco de España o la IREF. Y adelantándose a los dardos dialécticos que le van a caer, reclamó a los populares que no apliquen la ley del embudo y le culpen por un supuesto desfase que ellos mismos habían previsto en las cuentas.

La intención de los socialistas de subir algunos impuestos, especialmente los ‘verdes’, traerá confrontación. Y consecuencias en la votación del techo de gasto, que llegará en julio. Además, los conservadores pretenden obligar a los socialistas, a través de las Cortes, a que presenten un nuevo proyecto de financiación autonómica en septiembre, pese a que ya han dicho que no tienen intención de reformarlo esta legislatura. Quieren enfrentar a Sánchez con los intereses de los barones autonómicos. Propios y ajenos.