PP y Cs empezaron este martes la negociación de un pacto de gobierno para presidir la Junta de Andalucía que, por primera vez en 36 años, no contará en la mesa con la presencia del PSOE. Las dos formaciones de derecha evidenciaron que hay “una clarísima voluntad de acuerdo y de cambio en Andalucía”, coincidiendo incluso en las palabras, y trataron de rebajar la losa del apoyo de Vox al emplazar al resto de partidos “a decidir qué harán con nuestras propuestas”. El apoyo de la formación de ultraderecha no es baladí, ya que aunque ha manifestado explicitamente su intención de no entrar en un ejecutivo lo necesitan por ejemplo para mantener el control de la mesa del Parlamento.

Los equipos negociadores de ambas formaciones, compuestos por los líderes andaluces, Juan Manuel Moreno y Juan Marín, y sus respectivos secretarios generales, Teodoro García y José Manuel Villegas, se reunieron durante poco más de hora y media para evidenciar su sintonía. Más prudente fue el líder de Cs, quien no quiso “descartar ningún escenario” al ser preguntado sobre si habría cambio al frente de la Junta de Andalucía. Sin embargo, ambos están de acuerdo en empezar las conversaciones por los consensos programáticos, y cerrar así una especie de “guía del cambio” que oriente la acción política durante esta legislatura. Un acuerdo que Moreno planteó como “esencial”. “Si no estamos de acuerdo en el programa y las reformas que queremos hacer, lo mejor es que abandonemos esta posibilidad de acuerdo”, sentenció.

Pero no parece que vaya a ser el caso, dada la alta sintonía mostrada. Tanto PP como Ciudadanos coinciden en la necesidad de iniciar un plan de medidas de reactivación económica que pase por la creación de empleo y una profunda reforma fiscal, eje de buena parte de sus mensajes en campaña electoral, y la atención a los sectores productivos y los autónomos. También en la mejora de los servicios públicos, fundamentalmente la sanidad, la educación, así como el resto de políticas sociales, y en la regeneración democrática y lucha contra la corrupción. En esta primera reunión no se ha hablado de “quien será quien ponga en marcha” estas medidas, aunque según explicaron los dirigentes de ambos partidos en las próximas conversaciones abordarán la reforma de la administración y la "reducción de cargos políticos". Un aspecto determinante para establecer el reparto de competencias y el organigrama con el nombre de quienes las asumirán.

Nueva reunión el lunes

La idea, según avanzaron, es que una vez cerrado este programa del cambio en las reuniones de un grupo técnico de trabajo a lo largo de esta semana, el próximo lunes ambos líderes políticos vuelvan a reunirse para empezar ya a negociar la composición de la Mesa del Parlamento, donde Cs obtendría la presidencia, y finalmente del gobierno, cuyas consejerías se repartirían al 50 por ciento, según fuentes de ambas formaciones.

El único dato que han dejado entrever es que aspiran a tener cuatro de los siete puestos de la Mesa del parlamento, lo que les garantizaría su control y por tanto, el mando del aparato legislativo. No obstante, para mantener la presidencia en poder de la derecha necesitarán el apoyo de los 12 escaños de Vox para hacer frente a un posible acuerdo de PSOE y Adelante Andalucía, con 50 diputados frente a los 47 de PP-Cs. De momento, ambos afirman que no incluirán en sus acuerdos, siquiera para la composición de la mesa, a la formación de Santiago Abascal, insinuando que cumplirán el reglamento de que todas las fuerzas políticas tendrán representación en ella pero no todas con voto, como ya ocurrió en esta pasada legislatura. “Esto es un acuerdo entre dos formaciones”, recalcaron tanto Marín como Moreno, quien recordó no obstante que “Vox ha expresado su plena voluntad a apoyar cualquier cambio en Andalucía”. Eso sí, ambos dijeron que aunque el suyo es un acuerdo de 47 diputados, “los mismos que tenía el PSOE en la anterior legislatura”, esperan que el resto de partidos “no bloqueen la formación de Gobierno”. Un mensaje reiterado por la candidata socialista Susana Díaz durante toda la campaña para evitar que sus rivales bloquearan a la mayoría.