El presidente del PP gallego, Manuel Fraga, se enfrenta a la mayor crisis de su formación desde los años 80. Su homólogo en Orense, José Luis Baltar, anunció ayer que dejará el partido la próxima semana y se llevará con él a, como mínimo, siete diputados populares, lo que dejaría al PP con 34 parlamentarios, cuatro menos de los necesarios para tener mayoría absoluta y los mismos que suma la oposición.

El órdago de Baltar forzó a Fraga a convocar una cena, que tuvo lugar el pasado lunes, para atender sus demandas. El encuentro ha servido para aplazar la escisión, ya que tanto Fraga como Baltar se han dado una semana de plazo para "reflexionar" sobre las graves diferencias que les separan.

El político orensano representa a un sector del PP conocido como el de la boina , formado por el núcleo más populista y galleguista del partido. Esta facción se opone a la del birrete , integrada por los políticos más renovadores, y que tiene en Mariano Rajoy a su máximo exponente.

´EL SECTOR DE LA BOINA´ El sector de la boina ha visto cómo perdía su influencia y su poder en el partido, declive que comenzó con la caída en el 2003 de su líder, el exconsejero de Obras Públicas José Cuiña. Este figura hasta ahora en la ejecutiva nacional del PP, pero todo apuntaba a que sería descabalgado en el congreso de primeros de octubre.

En todo caso, la gota que ha colmado el vaso se ha producido en la última reforma del Gobierno gallego, que no ha tenido en cuenta las exigencias de este sector y ha encumbrado a los del birrete hasta situar en la vicepresidencia primera a Alberto Núñez Feijoo, un hombre muy próximo a Rajoy.

Pese a que Fraga ha realizado importantes ofertas a Baltar, los orensanos no están satisfechos, ya que dudan de la autonomía del presidente de la Xunta. Estiman que la injerencia de Mariano Rajoy es tan fuerte que Fraga no podrá cumplir sus compromisos, por lo que no ven otra salida que la escisión.

El clan de Orense tiene previsto dejar el PP pero apoyar a Fraga en lo que queda de legislatura. Entre sus planes está formar un nuevo partido y presentarse a las elecciones autonómicas del 2005, posiblemente recuperando las siglas de Centristas de Galicia que tenían antes de ingresar en el Partido Popular en el año 1989. Confían en su fortaleza en Orense, donde tienen mayoría absoluta en más de 60 ayuntamientos, y no descartan incorporar a otros políticos gallegos de la mano del propio Cuiña, muy influyente en el norte de las provincias de Pontevedra y La Coruña, y muy amigo del presidente provincial de Lugo, Francisco Cacharro Pardo.

La creación de este nuevo partido sería una muy mala noticia para el PP gallego, que tendría muy pocas posibilidades de renovar la mayoría absoluta de la que hoy disfruta en Galicia. Por eso pretende poner toda la carne en el asador para frenar la escisión. La próxima semana, Fraga volverá a reunirse con José Luis Baltar y, esta vez, también asistirá el hijo de éste, José Manuel Baltar, y el exconsejero Cuiña, en un encuentro del que saldrá la decisión final. Si Fraga cede poder, el PP seguirá unido. Si no, nacerá un partido nuevo.

Desde el Ejecutivo gallego se intenta dar imagen de tranquilidad. El presidente aseguró ayer: "Frente a lo que se ha interpretado, ante las dudas que algunos han extendido, la conversación con Baltar fue magnífica y esperamos rematarla bien".

"DESCONTENTO" CON LA XUNTA El secretario del PP gallego, Jesús Palmou, confía en salvar la crisis y la coordinadora de acción y participación sectorial, Ana Pastor, asegura que "la sangre no llegará al río".

Sin embargo, en Orense no son tan optimistas. Baltar aseguró ayer que "llegó la gota que colmó el vaso" en la relación de los orensanos con la Xunta, y confirmó que la cena celebrada el lunes con Fraga es "fruto del descontento que existe en la provincia con el Gobierno gallego desde hace más de dos años".