La entente de PP y el PSOE para garantizar la continuidad de la Corona y una sucesión sin sobresaltos funcionó ayer con precisión suiza. Las cúpulas de ambas fuerzas expresaron en términos muy similares su apoyo al heredero, mientras que desde la Moncloa se fijaba para esta misma mañana el Consejo de Ministros extraordinario que debe aprobar la ley orgánica para facilitar la abdicación. Solo unas horas después, la Mesa del Congreso diseñará un calendario que el Ejecutivo quiere comprimir al máximo a través del trámite de urgencia. Todo con el mismo objetivo: garantizar que antes de que acabe el mes, Felipe VI pueda ser proclamado nuevo monarca. Una sucesión exprés.

El Rey informó de sus intenciones al presidente, Mariano Rajoy, el pasado 31 de marzo, tras la muerte de Adolfo Suárez, y poco después, el 3 de abril, al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. Los tres acordaron que el anuncio se produciría tras los comicios europeos para no interferir en la contienda electoral. Pese al golpe al bipartidismo y a la pujanza de la izquierda antimonárquica que trajo el 25-M, el pacto se ha mantenido inalterable.

La crisis poselectoral del PSOE puede haber incluso acelerado el anuncio de la Zarzuela para asegurar al frente de la oposición la presencia de un Rubalcaba cuya dimisión en diferido (dimito, pero sigo un tiempo) puede explicarse también por la planeada abdicación.

Tras el discurso de Rey, tanto Ru-balcaba como la secretaria general de los conservadores, María Dolores de Cospedal, salieron en sus respectivas sedes a leer el discurso acordado en sus órganos de dirección sin dar pie a preguntas.

Cospedal garantizó la «lealtad» de su partido hacia «la Corona, expresada tanto para el Rey como en estos momentos para el príncipe heredero» y subrayó que Felipe es «la persona más preparada para el enorme reto» de suceder a Juan Carlos, «por su carácter, la amplia experiencia, sus cualidades y su compromiso con España». Respecto al proceso de la sucesión, la dirigente conservadora aseguró que «tras 40 años de democracia, el país está lo suficientemente maduro» para afrontar el trámite previsto en la Constitución con «absoluta normalidad».

Rubalcaba, por su parte, acordó su declaración con los barones territoriales y la ejecutiva reunida ayer para decidir precisamente el procedimiento y el calendario de su relevo al frente del partido. El aún secretario general expuso ante la ejecutiva, según fuentes conocedoras de su intervención, que el PSOE apoya la Constitución, que marca los pasos para proceder al relevo al frente de la jefatura del Estado. «Es la hora de dirigir la mirada a la Constitución, que establece las pautas con las que dar cumplimiento a la voluntad del Rey», señaló luego en su discurso institucional, en el que también alabó el «compromiso inquebrantable con la democracia» del Rey y su «respeto a la autonomía del poder político». Rubalcaba consideró que Felipe representa «la normalidad institucional» y le deseó «el mayor acierto».

LAS VOCES DISCREPANTES

El momento convulso que sufre el PSOE provocó, no obstante, que ciertas voces, aunque minoritarias, discreparan de la postura oficial. Juventudes Socialistas, por ejemplo, exigió un referendo sobre el modelo de Estado, una postura que su líder, Nino de la Torre, defendió en la ejecutiva federal. Fuentes cercanas a Rubalcaba minimizaron este hecho con el argumento de que las juventudes siempre han abogado por la república. Mientras tanto, el candidato a la secretaría general por Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, reclamó a sus compañeros que retomen su tradición republicana «sin miedo» y el diputado Guillem García pidió libertad de voto ante la ley de sucesión.

Dicha norma tendrá una exposición de motivos que recogerá los argumentos esgrimidos ayer por el Rey para abdicar y un solo artículo con su renuncia entrará en vigor cuando se publique en el Boletín Oficial del Estado. El pleno para su debate será el martes que viene o como mucho el miércoles, según fuentes parlamentarias.