La ciudad Madrid retrocede a la era del PP tras el paréntesis de cuatro años de Gobierno de Manuela Carmena, que quedan ya como una excepción en el prolongado mandato que los conservadores mantienen sobre la capital. El acuerdo de las tres derechas hizo posible que este sábado el popular José Luis Martínez-Almeida fuera elegido el nuevo alcalde, apoyado por Ciudadanos y Vox.

La alianza, sellada en dos documentos para que los liberales no estampasen su firma en el mismo que los ultras, se cimienta en un controvertido programa que amenaza con tumbar el legado de la última alcaldesa progresista. El acuerdo se refiere a la violencia machista como "violencia intrafamiliar", incluye el compromiso de intentar de nuevo el sueño de ser sede de los Juegos Olímpicos, da carpetazo a las restricciones de tráfico en el centro, promete medidas contra la ocupación de viviendas, y erigir un monumento a las víctimas del terrorismo en la plaza de Colón, el mismo lugar en el que PP, Cs y Vox prefiguraban hace meses una alianza de las tres derechas que se ha apoderado de parte del mapa autonómico y municipal.

El nuevo alcalde defendió en su discurso el criticado pacto alegando que, guste más o menos, está dentro de la ley. "Reto que se encuentre en los programa cualquier cosa que esté fuera del ordenamiento jurídico", esgrimió, tras asegurar que su proyecto es "sensato y de sentido común". A cambio del acuerdo, la vicealcaldesa es Begoña Villacís (Cs) y Vox conseguirá algunas juntas de distrito de las doce que ostenta el PP, según adelantó la formación ultra, que no obtiene concejales pero sí entra en el Gobierno.

Carmena se marchó con el estilo que la caracteriza. Por expreso deseo entregó ella la vara de mando a Almeida y pronunció un emotivo discurso de despedida en el que apeló a la necesidad de cuidar las instituciones para defender la democracia, a la tolerancia y a la lucha contra el machismo. El feminismo es un movimiento que ha significado la mayor revolución del mundo sin que haya habido una gota de violencia. Desgraciadamente hay quien no respeta el feminismo, quien las mata", recordó y pidió evitar la permanente bronca política, el frentismo. "Cuidar la democracia no solo es sustituir un gobierno por otro. Es saber que no podemos seguir insultándonos, descalificándoles, con manipulaciones y mentiras. No son palabras ñoñas o buenistas. Es una necesidad de supervivencia, advirtió, con escaso éxito, puesto que cuando pronunciaba estas palabras fue interrumpida por un abucheo de algunos invitados al pleno.

'Viva Madrid, viva España'

Villacís defendió un acuerdo que le deja sin la vara de mando que acarició durante semanas pero que le permite ser vicealcaldesa. Lo más importante en esta nueva era en la que se han acabado mayorías absolutas no es quiénes firman el pacto sino qué pacto se firman, insistió. No citó a Vox. Su portavoz, Javier Ortega Smith, pareció jugar al equilibrio dialéctico y se comprometió a luchar "contra cualquier atisbo de totalitarismo o fanatismo". Terminó su discurso con un "Viva Madrid, viva España".

En un discurso teñido de desesperanza, el socialista Pepu Hernández, lamentó que la derecha recupere la alcaldía de la capital en un gobierno que "va con retraso" de la sociedad madrileña. "El trío de Colón va a gobernar Madrid. No me cabe en la cabeza que esta ciudad tenga un Gobierno rehén de Vox. Madrid no se merecía esto", lamentó.

Abrazo Casado-Ortega

El pleno dejó ovaciones para Carmena y Almeida. Cuando todo terminó, Ortega Smith se acercó a repartir abrazos. El último fue para Pablo Casado. El presidente del PP con los resultados más débiles del partido conservador ha conseguido amarrar la plaza, quizá, de mayor simbolismo en el reparto del poder territorial, algo que implica, de facto, también una lectura en la arena estatal: los conservadores doblan el brazo a Cs con el apoyo inconmensurable de Vox.