El PP sigue convencido de que la moción de censura con la que Pedro Sánchez lo desalojó del Gobierno se presentó "contra España", porque para que saliera adelante necesitó de los votos de "radicales, independentistas y proetarras", como los calificó el secretario general del grupo parlamentario popular, José Antonio Bermúdez de Castro. Este estrenó su nuevo papel en la oposición pidiendo la comparecencia urgente del ya presidente del Gobierno socialista para que explique los pactos alcanzados con quienes lo auparon a la Moncloa.

Desde el PSOE aseguran que los partidos que votaron a favor de la moción de censura lo hicieron sin contrapartidas. La misma posición que defendía en el 2011 el entonces alcalde del PP en Vitoria, Javier Maroto, cuando sus iniciativas salían adelante con el apoyo de Bildu. "Coincidencias en la votación se producen todos los días. No voy a parar la ciudad por eso", se defendía el hoy vicesecretario nacional popular.

Entonces era un firme partidario de hacer política "sin excluir a nadie", como él mismo defendió en Twitter tras un debate de presupuestos en la ciudad: "He aceptado propuestas de PNV, PSE y Bildu. Hay que buscar consensos con todos". "Los políticos que no entiendan en este momento la necesidad de abrir puentes, que solo se puede ser útil en la política hablando entre diferentes, quizá no deberían estar en la política de hoy", dijo en una entrevista a 'El Correo' en el 2012. Pero lo que antes era "abrir puentes", ahora es casi pactar con el diablo.

Javier Maroto / DAVID CASTRO

LLAVE DE GOBIERNO

Pactar con nacionalistas es legítimo o no en función de si es el PP el que alcanza esos pactos o el que los observa desde la oposición. Cuando Sánchez intentó su investidura en el 2016, el PP orquestó la misma campaña alertando de los peligros de que los partidos nacionalistas lo llevaran a la Moncloa. Una advertencia a la que también se sumaron algunos dirigentes socialistas. Atrás quedaban los pactos con CiU y PNV que hicieron presidente a José María Aznar, o el voto favorable de ERC a que fuera presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, ni CiU ni Esquerra habían llegado a plantear una declaración unilateral de independencia como ocurrió en el 2017, y eran formaciones políticas que en muchas ocasiones ejercían de llave de gobierno.

Solo unos meses después de la investidura fallida de Sánchez, Mariano Rajoy inició su ronda de contactos en la Moncloa para buscar apoyos que lo convirtieran en presidente, en la que incluyó a ERC y CDC. Unos días después, Ana Pastor se convertía en presidenta del Congreso gracias a la abstención de los partidos nacionalistas, que no optaron por el candidato socialista, Patxi López.

La sospecha de que los populares habían pactado la composición de la Mesa con los mismos "nacionalistas e independentistas" a los que habían deslegitimado meses antes se acentuó cuando en la elección de las vicepresidencias los candidatos de PP y Ciudadanos sumaron más votos de los que tienen en el Congreso. PNV y ERC negaron haber cerrado ningún pacto, y CDC se mostró ambigua en público mientras algunos de sus dirigentes confesaban sus votos en privado.

El convergente Francesc Homs y Mariano Rajoy /JOSÉ LUIS ROCA

Pero tras registrar el PSOE su moción de censura, el mero hecho de que Sánchez no descartara a ningún partido provocó que María Dolores de Cospedal lo acusara de ser "enemigo del Estado de derecho". "Porque todos sabemos que todos van a tener que pagar un peaje más tarde o más temprano", advertía la secretaria general del PP.

UNA "BAJADA DE PANTALONES"

Una semana antes de perder el Gobierno en la moción de censura, el PP sacó adelante los Presupuestos después de pactarlos con Coalición Canaria y el PNV. El mismo PNV que sellaba otro pacto con Bildu en el Parlamento vasco por el derecho a decidir. Reeditaron el acuerdo para las cuentas del 2017, y en ambas ocasiones los populares defendieron la "generosidad política" de sus socios. Sin embargo, en el 2008, cuando fue Rodríguez Zapatero quien cerró acuerdos con los nacionalistas para sus presupuestos, Rajoy lo calificó como una "descomunal bajada de pantalones".