El primer gesto del presidente Mariano Rajoy para llenar de contenido su operación diálogo no ha gustado a nadie. Ni en Cataluña, a pesar de los millonarios anuncios en infraestructuras del Gobierno central, ni en el resto de España, donde dirigentes autonómicos de todos los partidos se han molestado con la lluvia de 4.200 millones a Cataluña en pleno proceso independentista.

El teléfono del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, echó humo el martes por la noche. Las críticas al conocer las promesas de Rajoy en inversiones en el corredor mediterráneo y en Cercanías de Barcelona llegaron rápidamente hasta uno de los miembros del Gobierno que más se están implicando en la reconstrucción de los puentes con la Generalitat de Cataluña. Varios dirigentes autonómicos se le han quejado esta semana por unos gestos que consideran difíciles de entender mientras el Ejecutivo catalán mantiene el desafío al Estado. Rajoy no tardó ni 24 horas en salir a aclarar que no se privilegiará a los catalanes y la Moncloa acabó la semana con una noticia anunciada: el recurso contra los presupuestos de la Generalitat.

Fuentes de la Moncloa daban por descontadas las críticas que iban a despertar entre sus barones, los del PSOE y algunos medios de la derecha, aunque el temor de estos años atrás ha desaparecido. No tendrá impacto en las urnas. No hay elecciones a la vista. Según fuentes gubernamentales, además, algunos dirigentes autonómicos del Partido Popular fueron advertidos de antemano del anuncio para intentar mitigar su reacción.

CRÍTICAS DE LOS BARONES / Aun así, el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, el mismo que pidió en el 2015 a Rajoy que se mirara «en el espejo» antes de volver a presentarse a las generales, reclamó «equidad». También Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, mostró su «alegría» por las inversiones anunciadas en Cataluña, pero dijo que espera que el Gobierno central responda a las «demandas modestas» de su Ejecutivo.

Por parte del PSOE, los que alzaron la voz de una manera más clara fueron Guillermo Fernández Vara (Extremadura) y Ximo Puig (Comunidad Valenciana). También Javier Lambán. El presidente aragonés criticó que los presupuestos vayan a contar con 5.000 millones menos en inversiones que los anteriores mientras que a Cataluña se «le pretenda satisfacer para neutralizar su hoja de ruta secesionista».

Mientras, en el flanco soberanista, la acogida de las promesas de Rajoy fue mucho más que gélida. Anticipándose a lo que afirmaría en su intervención en Barcelona, el presidente y el vicepresidente del Gobierno catalán, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, aseguraron que «las palabras del Estado español se las lleva el viento» y recordaron anteriores compromisos de otros ejecutivos españoles. La tesis del soberanismo catalán ha sido que un anuncio de inyección económica a Cataluña no logrará cambiar ya la tendencia del independentismo, que reclama un referéndum y quiere la constitución de un nuevo Estado.

Además, desde el flanco independentista casi se felicitaron esta semana de las ausencias de notables representantes de empresas de prestigio y de banqueros en la conferencia de Rajoy, tras la cual algunos asistentes sí reclamaron que se hagan efectivas las promesas.

EL VIAJE A EEUU/ También en la estrategia catalana cabe consignar la exigencia, formulada por Puigdemont desde EEUU (donde ha estado de viaje oficial), de que el Gobierno del Partido Popular incluya una cláusula antiincumplimientos respecto a los más de 4.200 millones anunciados por Rajoy en inversiones en Cercanías y en el corredor mediterráneo. Un gesto, el del viaje al país norteamericano del presidente autonómico, que no ha gustado en la Moncloa, donde creen que la Generalitat no puede «seguir instalada en la propaganda» mientras que el Ejecutivo intenta por su parte un acercamiento.

Otro frente de crítica que ha desplegado el Ejecutivo de Junts pel Sí ha sido el de denunciar que esta inversión sigue estando por debajo de la que requeriría Cataluña si se tuviera en cuenta como criterio su población o su riqueza, su producto interior bruto (PIB). El consejero de Territoro explica que «cuantitativamente no es una gran cantidad, en su contexto; además no tiene credibilidad porque los antecedentes demuestran los incumplimientos; y el términos cualitativos, son las mismas infraestructuras ya prometidas».

«Es el inicio por parte del Gobierno de la campaña del no [cara al referéndum] pero de forma poco creíble y torpe, la única parte interesante es que ya están en modo referéndum», detalla.

Así pues, el presidente Mariano Rajoy sigue teniendo mucho trabajo por delante para que esa operación diálogo, además de dinero, también incluya estrategias políticas más o menos imaginativas para atender las demandas del 50,3% de los catalanes que, según el último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO), quieren que se celebre un referéndum con o sin permiso del Estado.