A Driss Oukabir -hermano de Moussa, yihadista de Ripoll- le atribuyen fuentes policiales más conocimiento de la célula del que él admite. Pasan por él cuestiones clave de la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils. Pero Driss calla. Al contrario que los otros dos implicados que se encuentran en la cárcel, Mohamed Houli Chemlal y Said Ben Iazza, no ha respondido con credibilidad a importantes preguntas de las fuerzas de seguridad.

Oukabir entró en prisión el 22 de agosto del 2017. Contra él juegan la evidencia de que acompañó a Younes Abouyaaqoub a alquilar la furgoneta usada en la matanza de la Rambla y un testigo que lo vio frecuentar el chalet de Alcanar, base del grupo terrorista. Su mutismo contrasta con el relato de objetivos y la forma de operar de la célula que Houli, el superviviente de la explosión de Alcanar, ha dado al juez Fernando Andreu.

Los tres inculpados por los atentados del 17-A cumplirán dos años de cárcel sometidos al rigor del primer grado penitenciario. Solo pueden pasar fuera de su celda cuatro horas al día, y en el patio no pueden ver a más de un recluso. Su comportamiento es correcto, según explican fuentes penitenciarias.

Houli continúa en la prisión de Castellón; Ben Iazza, en la de Morón (Sevilla); solo Oukabir cambió de cárcel. De la poblada Soto del Real ha pasado al complejo penitenciario de Picassent (Valencia) «por razones de seguridad», informan las mismas fuentes. En Picassent es un FIES (fichero de internos de especial seguimiento) importante y discreto. «Se mantiene correcto y hermético», relata una fuente jurídica cercana a la instrucción del sumario del 17-A.

El pasado 13 de enero cumplió 30 años. Es el mayor del grupo, exceptuando al cabecilla, Abdelbaki Es Satty, el imán de Ripoll. La versión de Oukabir cambió una vez al comienzo de su confinamiento preventivo. Recién detenido, sostuvo que los amigos de su hermano habían alquilado la furgoneta robándole su documentación. Cuando una videocámara evidenció que iba con Younes el día del alquiler, lo admitió: creía que era para una mudanza, dijo. Oukabir, Houli Chemlal y Ben Iazza forman parte de la lista de 264 yihadistas que el Ministerio de Interior computa hasta hoy en las cárceles españolas. Los tres están en el grupo A de los tres con que el ministerio los clasifica. Es el grupo de los que están encarcelados por terrorismo, un total de 143 según fuentes penitenciarias. En el grupo B, el de condenados capaces de hacer proselitismo del islamismo violento, hay 51 hombres. Sus posibles presas forman el grupo C, 70 cautivos susceptibles de reclutamiento.

CONTRARIADO

Meditando la venta de un terreno en Aghbala (Marruecos), la familia de Oukabir, según fuentes jurídicas, busca cómo pagar a un abogado y dejar así el turno de oficio, de cara a un proceso judicial que se va a celebrar con un banquillo casi vacío y una lista de acusados llena de muertos.

A este imputado clave le han negado la práctica de una prueba, la geolocalización de unos mensajes de Messenger que dice que envió desde una plaza de Ripoll, lo que contradiría al testigo que lo sitúa frecuentando el chalet de Alcanar, donde la célula juntaba sus explosivos. En la cárcel, Oukabir ha sostenido que no sigue el islam rigorista, pues es drogadicto. Se ha descrito como apartado del clan de Ripoll y alejado de Es Satty.

El entorno de los Oukabir fue oído en otros términos en los meses siguientes a los atentados. La policía catalana escuchó cómo la hermana y la madre de Driss y Moussa construían sobre los terroristas un relato, más que exculpatorio, hagiográfico. Especialmente Hafida, la hermana. A ella envió Moussa el 14 de agosto del 2017, 72 horas antes de morir matando en Cambrils, un vídeo por Whatsapp en el que «se explica qué pasa cuando un musulmán muere, cómo debe ser amortajado y no sentir pena, pues el muerto va al paraíso», detallan los Mossos d’Esquadra en un informe del sumario.

La tarde del 22 de octubre, Hafida habló con Fátima, su madre. Esta le contó cómo un pariente de Marruecos, Mohamed, considera a Moussa un mártir: «Este chico ha ido al paraíso». Fátima refiere que le dijo que daba igual si lavaban o no los cuerpos de los terroristas abatidos a tiros, porque «lavándolos o no, ellos han pasado» al edén. Hafida contestó: «Si Alá quiere a alguien, se lo lleva -aludiendo a Moussa-. Alá se lo llevó porque sabe que está en el camino recto». Y, asimismo, le destacó a su madre una sura que había leído en el Corán: «Es obligatorio para los hombres hacer la yihad por Alá. No es un juego», recitó. Los Mossos oyeron otro argumento hagiográfico el 13 de noviembre del 2017. Driss llamó a su hermana desde la cárcel. Así relata la conversación la Policía: «Hafida le informa de que han ido a ver a Moussa Oukabir a la funeraria y que los chicos ya están lavados, vestidos de blanco, que no tenían ninguna marca y que no van a rezar por ellos porque han comentado que el profeta rezó por ellos porque eran mártires».