La crisis catalana se coló de nuevo en la agenda política de Bélgica. Fue en la Comisión de Interior del Parlamento federal donde el primer ministro, Charles Michel, tuvo que dar muchas explicaciones sobre Cataluña y sobre las continuas declaraciones de los ministros nacionalistas de la N-VA (la Alianza Neo-Flamenca), que forman parte de la coalición de gobierno, a favor de Carles Puigdemont. El liberal francófono zanjó el asunto recordando que se trata de una crisis política española, insistiendo en que todos los ciudadanos, incluido el presidente destituido, deben responder por su actos, y asegurando que España es el único interlocutor de Bélgica.

«Quiero ser claro. Hay una crisis política en España y no en Bélgica», subrayó durante el debate, que se prolongó por espacio de hora y cuarto y en el que fue interrogado por más de una docena de diputados de la oposición. Puigdemont, subrayó Michel, es «un ciudadano europeo que debe responder de sus actos, con derechos y obligaciones, sin privilegios, ni más ni menos”. Le preguntaron si considera «proporcional» la reacción del Gobierno español, si reconoce la unidad de España, si se puede confiar en la justicia española y también por la actitud de sus ministros.

«Su dejar hacer ha permitido alimentar la crisis catalana», le reprochó la socialista Julie Fernández, muy crítica con los agradecimientos de ayer de Carles Puigdemont y los 200 alcaldes catalanes a la N-VA en el acto celebrado en el Bozar. «Sus cuatro ministros nacionalistas se han pronunciado como portavoces de los independentistas catalanes», le espetó la cristianodemócrata francófona, Catherine Fonck.

Y en la misma línea se pronunció el liberal Olivier Maingain que le reprochó la sordera que parecen tener sus ministros. «Ha dicho que ha pedido discreción pero sus ministros parece no le han escuchado». Michel se defendió de todos los ataques. Explicó que en cuanto recibió aclaraciones de las intenciones de Puigdemont en Bélgica reaccionó y dejó claro que guste o disguste «todos los ciudadanos deben responder de sus actos».

El partido ultraderechista Vlaams Belang impulsó un segundo debate sobre Cataluña en el Parlamento de Flandes aunque se ha encontrado con el rechazo del resto de grupos políticos, incluida la N-VA, que mantienen un cordón sanitario contra la formación de extrema derecha sea cual sea el asunto.