El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha descartado por "trabajo" sumarse este domingo a una marcha independentista para recorrer los 17 kilómetros que separan su casa de Waterloo de Bruselas y ha evitado responder a la prensa sobre la situación de los últimos días en Cataluña.

"No os puedo acompañar. Tengo que responder mails y contactar con el equipo. Esta mañana estoy un poco secuestrado. Estamos haciendo seguimiento de la prensa internacional", ha dicho Puigdemont a sus seguidores concentrados bajo la lluvia.

Marcha de la ANC

Un centenar de personas se ha desplazado este domingo hasta la residencia de Puigdemont para iniciar una marcha por el bosque de unas cuatro horas hasta Bruselas convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) a las 09.00 hora local para protestar por la sentencia del Tribunal Supremo contra los políticos independentistas condenados en la causa del "procés".

El expresidente de la Generalitat ha aprovechado para saludar a sus 'exconsellers' Lluís Puig y Meritxell Serret, también en Bélgica huidos de la justicia española, a quien les ha indicado que le parecía "una cosa ridícula" que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se negase a hablar con Quim Torra si este no condena la violencia con rotundidad, en línea con lo que había comentado ya en redes sociales.

"Creo que estuvo muy bien el presidente Torra cuando hizo esta apelación a Pedro Sánchez a hablar, pero no descuelga ni el teléfono. Es una cosa bastante ridícula que en un país con una crisis política de primer nivel y el presidente del Gobierno español es incapaz de hablar, esto se tiene que denunciar", les ha dicho.

A continuación, Puigdemont ha regresado a la llamada 'Casa de la República', en la que vive, sin responder a la decena de periodistas allí presentes, que le pedían una valoración sobre los disturbios y la situación política de los últimos días en Cataluña.

Ya sin Puigdemont, los manifestantes se han hecho una foto de familia con una pancarta en la que podía leerse, en francés "Defended vuestros derechos, defended a Cataluña" y, en inglés, "Ponte en pie por Cataluña", antes de salir caminando hacia Bruselas.

Puigdemont habla de "deslealtad"

La noche del sábado, Puigdemont había publicado en Twitter un mensaje, en catalán, advirtiendo de que "la deslealtad y la división intencionadas son un grave obstáculo, difícil de superar".

"Ningún cálculo partidista o personal lo justifica. Algunos se darán cuenta cuando sea demasiado tarde y descubrirán que la unidad que tanto reclamaron habría sido muy eficaz en estos momentos", señaló el político posconvergente.

También el sábado, en una noche con tensión pero con menos incidentes tras seis noches de disturbios en Cataluña, un grupo de independentistas increparon al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, a quien llamaron "botifler" cuando asistía en Barcelona a una protesta para pedir la puesta en libertad de los condenados por el procés.

La última vez que Puigdemont aceptó responder a los medios de comunicación que informan de su situación desde Bélgica fue el viernes, tras pasar la noche en "privación de libertad" en la sede de la Fiscalía de Bruselas donde le tomó declaración un juez de instrucción en relación con la euroórden reactivada por el Tribunal Supremo por presuntos delitos de malversación y sedición.

Puigdemont, huido en Bélgica desde el 2017, hizo el viernes una condena genérica de la violencia, pero evitó expresamente pronunciarse sobre los disturbios.

"Ahora me voy a poner al día, tengo que hablar con mi equipo, con los 'consellers' que están en el exilio, con mi familia, voy a tomar el pulso de estas últimas horas", comentó.

En cuanto a su situación jurídica, el magistrado belga dejó al líder de JxCat en libertad sin fianza pero con medidas cautelares, exigiéndole que declare una residencia fija, que esté a disposición de las autoridades judiciales y prohibiéndole salir de Bélgica.

El día 29 comparece ante el juez

Tendrá que comparecer el próximo 29 de octubre ante un juzgado de primera instancia de Bruselas que a continuación deberá resolver si entrega a Puigdemont a las autoridades judiciales españolas.

Ante la decisión de esa corte cabe recurso en apelación, primero, y en casación, después. El plazo normal del proceso es de un máximo de 60 días que pueden ampliarse a 90, si bien podría prolongarse excepcionalmente más allá de los tres meses.