Pedro Sánchez (Madrid, 1972) habita el palacio de la Moncloa desde hace 10 meses, más de los que empleó en recobrar el liderazgo del PSOE tras su defenestración a manos de Susana Díaz y sus barones afines. El sorpresivo éxito de la moción de censura le ha permitido perfilar desde el Gobierno un proyecto político progresista, combativo con las «tres siglas de la derecha» y dialogante, que no claudicante, con las fuerzas independentistas. Con el viento demoscópico a favor, el renacido afronta el 28-A su definitiva reválida.

—Esta semana ha presentado 110 medidas de su programa electoral, junto a la oferta de ocho pactos de Estado. Tal como está de crispado el panorama político, ¿pactos con quién?

—Es cierto que algunos plantean un veto incluso antes de que los españoles voten. ¿No vamos a poder hablar de pensiones, de cómo garantizar la estabilidad del sistema público? ¿No vamos a poder acordar una financiación sostenida en el tiempo de la educación pública? ¿Ni reforzar nuestro Estado del bienestar o la transición ecológica? España no tiene un minuto que perder. En estos nueve meses, el Gobierno ha trazado el rumbo que quiere imprimir al país: una España feminista, integradora e inclusiva, abierta al mundo, que sea competitiva y refuerce su Estado del bienestar, que siga conquistando nuevas cotas de derechos y libertades. Ante una derecha con sus tres siglas que claramente ha renunciado a ganar las elecciones, cuyo único proyecto político es frenar el proyecto político del PSOE, espero que el 28 de abril el mensaje de los españoles con su voto sea rotundo y que podamos empezar a hablar, con esos partidos políticos y también con las otras fuerzas de la izquierda.

—Hace justo un año la mayoría de las encuestas electorales situaba a Ciudadanos por delante del PSOE e incluso en cabeza. Hoy todas coinciden en que usted ganará las elecciones generales del 28-A.

—La moción de censura supuso un antes y un después en la política española, porque la sacamos del lodazal de la corrupción en que la había sumido el anterior Gobierno, sustentado por un partido condenado por la trama de financiación ilegal de la Gürtel. Tanto a la derecha como al independentismo se les atragantó la moción de censura. No han sabido comprender que de la moción de censura ha surgido un nuevo espacio en España, el de un proyecto político integrador, que no quiere confrontar, que no basa su política en la crispación, el insulto o el recorte de libertades. Un proyecto que interpreta la política como una suerte de medicina para curar y sanar heridas, que son muchas las que padece hoy este país.

—Y en estas llegó el pacto entre PP, Cs y Vox en Andalucía...

—Sí. A diferencia de otros movimientos liberales europeos, Ciudadanos ha apostado por poner un cordón sanitario a la socialdemocracia y por abrazar a la ultraderecha. Cuando se lo explico a los colegas europeos liberales, no dan crédito. Hay que preguntarse si realmente Cs ha sido durante este tiempo un partido de centro liberal o una fuerza de derecha pura y dura. A mi juicio, es más lo segundo que lo primero.

—Habla del mismo Albert Rivera con el que hace solo tres años usted firmó el pacto del abrazo.

—Ese era el Cs que tenía en su ideario político la socialdemocracia. Luego, hasta el 2 de diciembre, el liberalismo. Y ahora está en una competición de las tres siglas de la derecha por ver quién lidera la oposición y cómo conforman una coalición negativa contra un proyecto político claro, definido, integrador, europeísta y de corte socialdemócrata como el que representa el PSOE.

—Ciudadanos y el PP dan por hecho que formarán un Gobierno de coalición, un anuncio inusual en plena campaña electoral.

—De todas formas, quieren para España lo que hacen en Andalucía. Lo que sucede es que en esa ecuación al señor Rivera le falta Vox. El problema es que Ciudadanos y el PP hacen descansar todas sus expectativas electorales en una fuerza ultraderechista, que banaliza sobre la violencia de género y sobre la violencia en general cuando plantea que los españoles puedan portar armas para defenderse en un país con la seguridad que disfruta España. Algo no muy distinto a lo que sucede en otras partes de Europa, por cierto. La diferencia no estriba en la reacción del PP, ya que algunos de sus partidos homólogos en Europa gobiernan con la ultraderecha o se sustentan en ella, sino en la del liberalismo, que tiene a gala no hacerlo.

—El fondo de la cuestión es que muchos votantes andaluces se sintieron seducidos por los cantos de sirena de la extrema derecha, y pueden volver a hacerlo en las generales.

—Por eso la cuestión es si España quiere avanzar o retroceder, si quiere mirar al futuro o retrotraerse a hace 40 años. Y a los votantes hay que dejarles claro que los remedios que propone la ultraderecha para males sociales como la desigualdad no son del presente, sino del siglo XX. Las sociedades que quieren ganar su futuro deben basarse en el respeto, la tolerancia, la integración y el progreso de todos.

—Es muy crítico con Ciudadanos, pero muchos en sus filas, como el ministro José Luis Ábalos, parecen suspirar por un pacto con la fuerza naranja...

—Tampoco dijo eso exactamente... Pero es que Cs ha puesto un cordón sanitario no solo al PSOE, sino a sus millones de votantes. El planteamiento de Rivera, como el que hace Pablo Casado al definir al PP como el único partido constitucionalista, transmite una concepción de España excluyente. Y eso es lo que deben decidir los electores: si quieren una España en la que quepamos todos o una en la que solo quepan los tres del bloque de la involución que se hicieron la foto de Colón.

—En todos estos años, la ultraderecha no había obtenido representación parlamentaria. ¿A qué atribuye el surgimiento de Vox?

—Siempre estuvo incorporada en el PP. Por primera vez en 40 años de democracia, el PP se ha fragmentado, pero un fenómeno nuevo nuevo no es. La ultraderecha ha existido en nuestro país; antes apoyaba al PP y ahora tiene su propia formación política. No debemos caer en el error de victimizar a los dirigentes de Vox, que es lo que ellos quieren. Lo que hay que hacer es trasladar a sus potenciales votantes que las propuestas de Vox no arreglarían sus problemas, sino que los agravarían, porque lo que hacen es aprovecharse de ellos, enquistarlos.

—Ha gobernado con solo 84 diputados. ¿Su preferencia es seguir presidiendo un Gobierno monocolor o uno de coalición?

—Lo más importante es tener un Gobierno fuerte con una mayoría parlamentaria estable que le permita afrontar las grandes transformaciones que necesita el país. Así de sencillo. Yo aspiro a gobernar en solitario y a tener una mayoría parlamentaria que me lo permita, entre otras razones porque Cs nos ha puesto un cordón sanitario y a la izquierda del PSOE lo único que se ve es fragmentación. Creo que el único partido que garantiza la estabilidad es el PSOE. Quiero un Gobierno que hable con todos, pero que haga lo que proponga.

—El 28-A están llamados a votar una cifra récord de mayores de 65 años: 8,5 millones, el 24% del total. Gane quien gane los comicios, ¿está garantizada la revalorización de las pensiones con el índice de precios de consumo (IPC)?

—Con el PSOE, sí; con el PP ya veremos, porque su gurú económico defiende el sistema de capitalización para las pensiones, lo que equivale a la ruptura del Pacto de Toledo. El sistema público de pensiones es la joya de la corona, hay que cuidarlo y garantizar su estabilidad financiera, lo que va implicar una revisión del marco laboral y una mejora salarial para los trabajadores. Hay que abrir el debate de cómo financiar con nuevos impuestos el sistema público de pensiones. Debemos hacer también un gran plan de envejecimiento activo y retomar el Pacto de Toledo para garantizar no solo las prestaciones de los actuales pensionistas, sino las de sus hijos y nietos.

—¿Por qué renunció a imponer el impuesto a la banca que había anunciado para sufragar las pensiones?

—Con 84 diputados ha habido cosas que no hemos podido hacer, pero eso no significa que renunciemos a ellas. Retomaremos estas propuestas en la próxima legislatura, esperamos que con una mayoría parlamentaria que nos permita hacer lo que propongamos.

—En un contexto de desaceleración del crecimiento económico, ¿ve factible la rebaja fiscal de 12.000 millones de euros que promete el PP?

—Solo en una sociedad como la que propone el PP, con un Estado del bienestar mínimo y con recortes en sanidad, educación, dependencia y pensiones, donde su gurú propone acabar con el actual sistema de reparto. Pero evidentemente ese es otro tipo de sociedad que nada tiene que ver con la voluntad mayoritaria de los españoles.

—Europa está en vilo ante el riesgo de un ‘brexit’ desordenado. ¿Qué impacto puede tener sobre la economía española?

—Un impacto importante para nosotros y para el conjunto de la Unión Europea, aunque España no sería de las economías más tocadas. Nuestro flujo comercial con el Reino Unido es menor que el de otros países, pero sí tenemos una cifra de turistas que vienen de ese país muy importante.

—¿Cómo afectará a las relaciones bilaterales?

—A la primera ministra británica siempre le he trasladado que nosotros queremos tener las mejores relaciones con el Reino Unido, que garantizaremos los derechos de los británicos que viven en España, igual que ella me ha garantizado lo propio respecto a los españoles que viven allí. Sería importante que llegáramos a un acuerdo y que evitáramos un brexit duro. No se lo merece la ciudadanía británica, pese al error que cometieron hace tres años, que yo respeto, ni se lo merece tampoco la europea.

—La exhumación de Franco del Valle de los Caídos fue uno de sus compromisos en la moción de censura, pero se ha ido retrasando y ahora está programada, si la justicia lo permite, para el próximo 10 de junio. ¿Se precipitó al fijar plazos sucesivos pese a saber que la familia iba a desencadenar una guerra judicial?

—Nosotros hemos cumplido los mandatos de la ley de memoria histórica y del Congreso, donde ningún grupo votó contra la exhumación del dictador. Regenerar la vida democrática también implica eliminar monumentos como un mausoleo en homenaje a un dictador.

—¿Si no revalida la presidencia seguirá como líder de la oposición o se irá a casa?

—Yo aspiro a ganar y a gobernar. No contemplo otra opción.