Mariano Rajoy casi ni se inmuta ante el nerviosismo que han desatado las encuestas que dan a Albert Rivera como el favorito para gobernar, pide seguir trabajando como hasta ahora y se muestra confiado en que la recuperación económica y la silla de la Moncloa permitirán que los populares sigan en el poder.

El presidente del Gobierno está en la cúpula del PP desde 1989, cuando fue elegido como miembro del comité ejecutivo nacional. Casi 30 años en la cúspide de un partido en los que ha hecho gala de su paciencia ante las adversidades que auguraban su fin. Pasó con los enemigos que le salieron dentro del partido después de la derrota del 2008, ocurrió cuando se publicaron los llamados papeles de Bárcenas y, después, con los SMS al extesorero. Ahora, el líder del PP pide calma ante los sondeos que anuncian la muerte lenta de su partido y la conquista de Ciudadanos de ese espacio político. Los resultados del 21-D no son «extrapolables» a toda España, les repitió este lunes a los casi 300 altos cargos que acudieron a la reunión de la junta directiva nacional en Madrid. Rajoy no buscó un revulsivo impactante ni siquiera cara a la galería. Se limitó a confirmar la convención nacional de marzo (a la que obligan los estatutos), diez actos sectoriales para trabajar el «rearme ideológico»» y a asegurar que el crecimiento permitirá al Gobierno tomar decisiones que favorecerán a los ciudadanos (y también a su partido).

ELECCIONES DE 2019

«Este 2018 tendremos más recursos para atender a los españoles (...) Podremos tomar medidas que puedan ayudar a la vida de las personas», subrayó antes de recordar el aumento del salario mínimo y la subida a los funcionarios («este año será mayor», afirmó). Los planes del presidente pasan por utilizar los Presupuestos del 2019 (todavía pendientes de negociar con PNV y Ciudadanos, pero que espera cerrar antes de finales de marzo) y el modelo de financiación local y autonómica para demostrar que ahora hay más margen para hacer políticas sociales. En la reunión del partido dio algunas cifras. Este 2018, las comunidades recibirán 4.000 millones de euros más que el año pasado. Y las elecciones, municipales y autonómicas, están previstas para la primavera del 2019, así que el impacto de esas medidas estará fresco.

Rajoy intentó animar a sus altos cargos y les señaló las «fortalezas» que tienen, contraponiéndolas a las de Ciudadanos, aunque no lo citó. Primero, dijo que el PP «es un gran partido nacional», con «una óptima implantación territorial» (una de las críticas a los naranjas es que no tienen estructura de partido). Segundo, los populares cuentan con «más cargos públicos que nadie» (Ciudadanos apenas con 1.500 concejales y 90 escaños autonómicos, aproximadamente). Tercero, el partido de Génova ha sido «protagonista» de los «logros conseguidos» en democracia (el de Rivera tiene apenas 10 años de vida), y, cuarto, atesoran «experiencia, la mejor llave para el futuro» («experiencia», lo que más le echan en falta los críticos a Rivera).

Tras el discurso, de unos 45 minutos, en los que no mencionó ni una vez los casos de corrupción que afectan al partido, nadie tomó la palabra. Habrá que ver dentro de un año y medio (si cumple su palabra de no adelantar las generales) si Rajoy ha acertado con su plan de que solo había que seguir trabajando y esperar.