Es sabido que los toros no se ven igual desde la barrera que desde el ruedo electoral. Hace menos de un año, cuando aún no había sido elegido candidato popular a la Moncloa, Mariano Rajoy se declaró "partidario" de los "debates a dos" entre los aspirantes del PP y el PSOE. A 15 días del inicio de la campaña electoral, ahora Rajoy se niega a librar el cara a cara que le exige su adversario socialista, José Luis Rodríguez Zapatero.

En plena crisis del Prestige, y con media España manifestándose contra la guerra de Irak, el 27 de febrero del 2003, el entonces vicepresidente primero del Gobierno protagonizó el almuerzo-coloquio que clausuraba la jornada Periodismo en campaña, organizada por la Asociación de Periodistas Europeos. Los participantes, responsables de los principales medios de comunicación españoles, trasladaron a Rajoy la demanda de que en campañas venideras se celebrasen debates electorales. Y el hoy candidato popular a la Moncloa, en aquel momento aspirante a la sucesión de Aznar, recogió el guante.

EL FORMATO "Soy partidario de hacer debates. Es verdad que luego se empieza con debates a siete u ocho, pero al final los debates de verdad son los debates a dos, aunque luego tenemos múltiples problemas. Particularmente soy partidario de hacer debates, y nunca he tenido el más mínimo problema en hacer ningún debate en el Parlamento, en ningún sitio. Creo que es hasta entretenido".

Poco después, interrogado sobre la posibilidad de que el líder socialista reclamara un debate con quienes por entonces eran sólo candidatos a la sucesión de José María Aznar, Rajoy remachó: "Si Zapatero quiere debatir con todos los sucesores, pues estamos dispuestos a hacerlo. Yo, por lo menos, cuando él quiera, pero no conjuntamente".

En enero, ya como candidato, Rajoy moderó su entusiasmo por los debates. Aunque se volvió a mostrar "dispuesto a debatir", precisó que hacerlo sólo con Zapatero implicaría excluir al resto de candidatos, por lo que dejó la decisión en manos de su jefe de campaña, Gabriel Elorriaga.

Elorriaga ha respondido negativamente a la carta en la que su homólogo socialista, José Blanco, le pidió un cara a cara: "Este no es un debate que sólo podamos mantener los dos grandes partidos, sobre todo cuando la alternativa al PP es una amalgama de partidos de izquierdas y nacionalistas". Esta negativa confirma que, como ya admitió hace un año Rajoy, "la gente hace debates cuando cree que le vienen bien".

En el citado coloquio, Rajoy apuntó que en campaña "un partido de Gobierno con confianza en sus propias fuerzas" debe formular propuestas sin "hacer mucho caso a la oposición". "Si ese partido no está tan fuerte", sentenció, "debe hacer crítica dura de la oposición". Justo lo que ahora pide al PP el jefe de gabinete de Aznar, Carlos Aragonés.