Todo sigue igual. El flamante presidente del PP, Mariano Rajoy, coincidió ayer con Alberto Ruiz-Gallardón en dos reuniones consecutivas, pero no dio ningún paso para zanjar la guerra desatada entre el alcalde de Madrid y la presidenta autonómica, Esperanza Aguirre. Lo único que hizo Rajoy fue pedir a los dirigentes populares que, en los congresos territoriales que se avecinan, no ofrezcan "espectáculos poco edificantes". Por tanto, siguen abiertas en canal las crisis extremeña, valenciana, asturiana y, sobre todo, madrileña.

Aunque parezca increíble, los testimonios lo acreditan: el conflicto del PP de Madrid no se abordó ni en la reunión de maitines, a la que por primera vez asistía Gallardón, ni en la del comité ejecutivo, la primera que se celebra tras el congreso del partido que aupó a Rajoy a la presidencia. El mismo lo explicó a la salida: la dirección no habló de "ningún congreso en especial", y tampoco lo hizo en maitines porque ésta es "una reunión puramente política en la que no se tratan otras cosas" sic .

Lo que sucedió es que, pese al desafío que el lunes le dirigió Gallardón, Rajoy ha rehusado mediar en el conflicto, pues prefiere que sea su secretario general, Angel Acebes, quien lidie con los contendientes.

Tras la reunión del comité ejecutivo, Rajoy compareció ante la prensa con gesto severo y ánimo irascible. Primero quiso despachar la crisis del PP madrileño con cuatro generalidades, y después respondió casi con monosílabos a las preguntas centradas en la batalla Gallardón-Aguirre.

APELA A LA UNIDAD El presidente dijo haber pedido a los dirigentes populares que, cara a los congresos regionales, tengan "sentido común, finura y generosidad", que "no digan cosas de las que luego puedan arrepentirse". En suma, que "no den espectáculos poco edificantes" ni dañen la "unidad del partido".

Eso, en el periodo previo a los congresos regionales, porque, una vez celebrados, lo que espera Rajoy es que "se acate al resultado y que todo el mundo mire hacia adelante". De este modo, a Gallardón vino a pedirle que acepte la probable victoria de Aguirre en el congreso, y a ésta, que sea generosa con su rival como candidato a la presidencia regional, Manuel Cobo, que es el número dos del primer edil madrileño.

Poco más quiso decir Rajoy, apenas tres notas a pie de página. Primero, una obviedad: que apoya la actuación en esta crisis de Acebes, al que Gallardón intentó ningunear. Segundo, una reflexión novedosa en el PP: que la pugna por la presidencia de un partido "no tiene por qué ser necesariamente mala". Y tercero, un diagnóstico cuanto menos caritativo consigo mismo: que estos conflictos "no afectan en nada" a su recién estrenado liderazgo.

CHARLA CON ACEBES Ayer Acebes departió a solas durante unos minutos con Gallardón. Tras la trifulca que públicamente protagonizaron la víspera en el Palacio Real, ambos pactaron ayer ofrecer una imagen de unidad. Hasta el punto de que, antes las cámaras, el alcalde desmintió que entre ambos hubiera la "tensión dialéctica" que percibieron los invitados a la recepción.

Acebes, que días atrás irritó a Gallardón al criticar el "personalismo" de algunos dirigentes, ayer le dijo que no quiso referirse a él en concreto. Lo que el alcalde aprovechó para extraer la conclusión que más le convenía: que, si bien la cúpula popular "preferiría" una sola lista en Madrid, respeta "escrupulosamente" el "proceso democrático interno".

"ESPACIOS DE ENCUENTRO" Gallardón descartó un acuerdo entre su candidato, Cobo, y Aguirre porque, a su juicio, la presidenta madrileña no acepta los "espacios de encuentro" que se le ofrece. Con similar ambigüedad, Aguirre prometió ser generosa para que "la minoría se sienta cómoda" en su lista.