Mariano Rajoy prometió ayer un "estilo de hacer política" fundado en el "diálogo" y la "lucha contra el sectarismo" en su primer discurso como presidente del PP, con el que cerró el 15º Congreso Nacional del partido. El compromiso supone un desmarque de su antecesor, José María Aznar, que fomentó la crispación y sumió al partido en el aislamiento político. Pese a su declaración de intenciones, el nuevo líder se despachó con José Luis Rodríguez Zapatero, a quien acusó de "pastelear con los independentistas" y no tener más proyecto que la "demolición" del PP.

Rajoy pidió el apoyo de sus correligionarios para la nueva etapa, que auguró "cualquier cosa menos fácil". Advirtió de que en el PP "no caben personalismos, ni ambiciones menudas, ni caracteres derrotistas". Y avisó: "Quien no quiera arrimar el hombro o servirse de los votos y de los puestos que pertenecen al PP, se ha equivocado de partido".

"IDEAS AL DIA" El líder popular proclamó que el cónclave de su consagración sirvió para poner "al día" las ideas, el proyecto y el partido. Sin embargo, no planteó ninguna iniciativa novedosa. Señaló que las prioridades del PP "ya son conocidas" y citó la estabilidad institucional, el empleo y la lucha contra el terrorismo. En los tres casos recurrió como referente a los gobiernos de José María Aznar.

Apostó Rajoy por mantener el pacto antiterrorista con los socialistas y se mostró abierto a la incorporación de otras fuerzas políticas, pero no al precio de eliminar "lo que les incomoda", en alusión a los ataques al PNV que figuran en el preámbulo.

Tanto Rajoy como Aznar --aclamado ayer como presidente de honor del partido-- y Angel Acebes --nuevo secretario general-- felicitaron a las fuerzas de seguridad por el operativo que condujo ayer a la detención de 21 etarras, pero el primero extendió de manera expresa la felicitación al ministro del Interior, José Antonio Alonso.

UNA ESPAÑA "ESTABLE Y UNIDA" Respecto al debate territorial, el nuevo presidente del Partido Popular defendió una España "estable, solvente y unida". "Me niego a que se esté revisando lo que es España cada 25 años. Es disparatado", avisó en respuesta a los "cambios mal definidos que el Gobierno se trae entre manos" y a quienes pretenden "fragmentar" a España. Desde esta premisa, Rajoy se mostró dispuesto a aceptar cambios, pero solamente aquellos que "respondan a las necesidades reales de los españoles y no representen un riesgo para la estabilidad institucional".

A diferencia de la práctica totalidad de oradores del congreso, Rajoy evitó demonizar al PSOE por su victoria electoral, aunque vertió insinuaciones sobre la influencia que tuvieron en los resultados los atentados del 11 de marzo en Madrid. "El 14 de marzo pasó lo que pasó. Todos sabemos lo que pasó. Sabemos, también, por qué pasó". Dicho lo cual, llamó a su partido a pasar página sobre este debate al afirmar que "eso es ya el pasado".

"BUEN ROLLITO" Rajoy ofreció diálogo, diferente del "buen rollito, sin contenido" que, a su juicio, caracteriza el talante de Zapatero. Declaró también la guerra al sectarismo, que definió como la "peste corrosiva que aniquila toda posibilidad de convivencia". En la línea de su discurso, acusó al Gobierno de sectario y citó como ejemplo "lo que se propone hacer" con la elección de miembros del poder judicial.