El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha reunido esta mañana con el dictador de Guinea, Teodoro Obiang, un gesto que sabe que le acarreará numerosas críticas pero que está dispuesto a obviar con tal de ganar peso y posicionarse en África para abrir mercados en tiempos de crisis. “Hemos vivido de espalda a África y esta situación hay que superarla”; “queremos ayudar y que nos ayuden”, apuntan desde La Moncloa.

Felipe González, hace 23 años, se desplazó a la antigua colonia española para verse con el polémico dirigente africano (estuvo también Adolfo Suárez en los 90, pero ya en calidad de expresidente y mandatado por el Ejecutivo socialista para hacer una gestión diplomática urgente). Ni José María Aznar ni José Luis Rodríguez Zapatero quisieron después tener un gesto semejante con Obiang, aunque ambos lo recibieron en España durante sus años en el poder.

Rajoy, que llegó anoche a Malabo para participar en una cumbre de la Unión Africana (UA) invitado por Mauritania -país que obstenta la presidencia de la UA- y de Guinea, país anfitrión del evento, sabía de antemano el coste político que tendría el acercamiento con un Estado que lleva décadas sin respetar los derechos humanos y que se hace cada vez más fuerte en la economía global gracias al petróleo.

“No se puede actuar sólo pensando en generar unanimidades”, dijo el propio Rajoy el lunes en Polonia, cuando se le preguntó si era consciente de la polémica que conllevaría su fotografía con un dictador como Obiang, un dictador con el que hasta ahora había evitado dejarse ver en público, pese a que ambos coincidieron en una reunión en Bruselas y en el funeral de Suárez.

Además de con el presidente guineano, Rajoy se ha reunido esta mañana con su homólogo en Mauritania y presidente de turno de la Unión Africana, Mohammed Uld Abdel Aziz y con la responsable de la comisión de la UA, Nkosazama Dlamini Zuma.