José Guirao (Pulpí, Almería, 1959), Pepe, para los amigos, es un hombre afable, de buen talante, dialogante, elegante en las maneras y en las formas. Y cuenta, además, con una solvencia contrastada como gestor. Detalle que Pedro Sánchez parece haber valorado: «Un apreciado y reconocido gestor cultural, un hombre solvente y creativo», tuiteó el presidente tras producirse el nombramiento. Guirao estuvo al frente del Museo Reina Sofía con éxito, y situó a La Casa Encendida, un centro cultural de una caja de ahorros, en un actor fundamental de la cultura madrileña. Un hecho que lo catapultó a la dirección de la Fundación Montemadrid.

Es licenciado filología hispánica, pero, lo dicho, lo suyo es más la gestión que lo teórico, aunque nadie duda de su capacidad intelectual. De hecho, sus buenas maneras y su éxito al frente de las instituciones que ha capitaneado lo han hecho objeto de deseo de muchos Gobiernos, pero hasta ahora nunca había aceptado ser ministro de Cultura y Deporte. Cargo que no le es del todo ajeno ya que en 1993 fue nombrado director general de Bellas Artes por la entonces ministra de Cultura Carmen Alborch, con Felipe González.

Antes tuvo cargos en la Diputación de Almería, en 1983 obtuvo la responsabilidad del área de Cultura, y en la Junta de Andalucía, donde fue director general de Bienes Culturales de la consejería de Cultura y Medio Ambiente. Puesto que dejó en 1993 para incorporarse al ministerio de Cultura. De ahí saltó como director del Museo Reina Sofía, donde sustituyó a María Corral que tuvo una salida traumática. Su trabajo fue bueno, supo reconducir la situación de forma inteligente e hizo una programación solvente incorporando a artistas jóvenes; además de reordenar las colecciones y poner en marcha la ampliación del centro. Al frente del Reina estuvo hasta el 2000, una muestra de su buen talante, pues siendo próximo al PSOE sobrevivió en el cargo al cambio de Gobierno. José María Aznar lo mantuvo durante la primera legislatura.

Su siguiente destino fue la Casa Encendida, centro del que fue primer director. Consiguió situar el espacio en el mapa cultural con una programación comprometida y acogiendo a toda clase de expresiones artísticas. De hecho, el nombre del centro pasó de algo muy prosaico: LCE (Casa de empeños de la Caja de Ahorros de Madrid) a algo muy poético, ya que el apelativo responde a un poema de Luis Rosales. Su último cargo, antes de ostentar el de ministro, ha sido el de director general de la Fundación Montemadrid, entidad de la que depende el centro del barrio de Lavapiés. Guirao ha sido también asesor del Centro de Arte Dos de Mayo y está en la junta directiva de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE).