Lo peor no ha pasado. Hamed Abderrahman Ahmed tiene ahora que luchar para demostrar que no es un terrorista de Al Qaeda. Durante dos años, los militares norteamericanos que le interrogaron y torturaron en la base militar en Guantánamo le preguntaron una y otra vez por su relación con la organización de Osama bin Laden. El negó hasta la extenuación estar implicado en la red. Lo que más le preocupa es que la sociedad le crea para rehacer su vida, según explicó ayer, a este diario.

Hamed Abderrahman nació en Ceuta el 22 de septiembre de 1974 en el seno de una familia que le enseñó a ser tolerante con otras culturas y religiones, según su versión. Sin embargo, sus amigos reconocen que era muy religioso y que acudía con frecuencia a una mezquita cercana a su casa. Precisamente, fue su afán por mejorar sus conocimientos sobre el islam lo que le llevó a Afganistán antes de que EEUU decidiera derrocar el régimen talibán que cobijaba a Bin Laden. "Estaba en el lugar inadecuado en el momento inadecuado", explicó el martes al salir de la cárcel.

Los militares estadounidenses le arrestaron en noviembre del 2001, y en enero del 2002 le internaron en la base militar de Guantánamo. "No entendía nada. Me quedé bloqueado y sin capacidad de pensar", recordaba ayer, en una cafetería cercana a la Audiencia Nacional. Antes, había acudido al juzgado de Baltasar Garzón para cumplir con los trámites que le ha impuesto el magistrado para recuperar la libertad.

Aturdido y confuso

Hamed Abderrahman aún está aturdido y confuso. Le cuesta expresarse y mantener el hilo del relato. El lunes, su hermana Nasiha, de 22 años, le comunicó, en una visita en la cárcel --en la que ingresó el pasado 13 de febrero-- que iba a ser puesto en libertad. "Lo esperaba desde hacía tiempo", se limitó a decir.

La psicóloga que le ha tratado en la prisión le ha diagnosticado una personalidad dependiente y sumisa, con tendencia a la adhesión y temores de separación tras la experiencia traumática que ha vivido.

La vida en Guantánamo fue dura y siguió una estricta rutina. La mayor parte del tiempo lo pasó en una "jaula" de dos metros por uno y medio. Una vez a la semana, los militares le sacaban de su celda y le trasladaban a la habitación de interrogatorios que estaba aislada y cerrada. Dos o tres mandos le interrogaban en español o en árabe.

El repetía los mismos argumentos: "No soy un terrorista. No tengo nada que ver con esa ideología que mata a gente". También se atrevió a replicar: "Les preguntaba si pensaban que los 800 tíos que estaban en la base eran todos de Al Qaeda. Les hacía ver que eso era imposible". Además, les explicó que los talibanes no podían entregar a Bin Laden. "Si ellos los norteamericanos con sus medios tecnológicos no habían podido detenerle, cómo iba a hacerlo un país tan atrasado y rodeado de montañas".

Hamed Abderrahman dice no haber sufrido torturas físicas durante los interrogatorios, pero sí psicológicas. No obstante, sí denuncia que fue golpeado durante los traslados. "Querían que tuviera miedo para que no hiciera nada". Y explica que se quejó de que fueran mujeres las encargadas de custodiarle mientras se bañaba. "Protesté, pero me dijeron que eran soldados".

Malos tratos

El ceutí no fue testigo directo de torturas en Guantánamo. Aunque asegura que el comportamiento de los militares en esa base militar no fue mejor que el de los custodios de la cárcel iraquí de Abú Graib. En esa prisión, los presos fueron golpeados, atacados con perros y vejados sexualmente. " He visto las imágenes y sé que hacían eso y mucho más". Admite que aguantó esa presión porque los psiquiatras del campo le recetaron unos medicamentos para relajarse. "Estuve mal de la cabeza", confiesa.

La base militar de Guantánamo estaba dividida en cuatro campos. En uno de ellos, las celdas eran comunes y los presos recibían un mejor trato para que su aspecto mejorara antes de ser liberados. "Pasé los últimos meses en el campo cuatro". Sin embargo, allí no terminó su aislamiento. "No teníamos información del exterior. Estábamos aislados del mundo, estaba prohibido dar información de lo que pasaba fuera".

De Bin Laden opina que "está un poco loco", y que no le entiende. Tampoco comprende las guerras. "A EEUU sólo le interesa el petróleo", afirma. También rechaza los atentados. "Me enteré del 11-M por la tarde, pero no he tenido contacto en la cárcel con los detenidos porque los mandaron a otra galería". No obstante, duda de que esa masacre haya podido ser cometida por "marroquís".

Sus abogados, Marcos García Montes y Javier Nart, ultiman la reclamación que van a presentar contra el Gobierno de EEUU por detención ilegal. Aún no han decidido si la reclamación será civil o penal. Por el momento, el joven ceutí sigue imputado por colaboración con Al Qaeda.