El Rey lo deja. El protagonista de la transición española abdica en su hijo, Felipe, el príncipe de Asturias "mejor preparado" de la historia, como el propio Juan Carlos dijo hace dos años. Según fuentes de la Zarzuela, el Monarca ha tomado esta decisión después de meditarlo mucho. La "reflexión”, según estas fuentes, empezó en enero y no tiene nada que ver, aseguran, "con la evolución de su salud ni coyunturas políticas o económicas".

El anuncio lo ha hecho en la Moncloa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha pedido que este cambio se haga en “un clima sereno” y con “tranquilidad” y “agradecimiento” a la figura del Rey. La abdicación requiere un cambio de la Constitución, ha recordado, y este se hará “en un plazo muy breve”.

El Monarca se lo comunicó a su hijo y al jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, en enero, y en marzo, el día 31, después de todos los actos en honor del expresidente Adolfo Suárez, se lo dijo a Rajoy. El 3 de abril, el Rey habla con Rubalcaba. En estos meses, mucha discreción y trabajo en los despachos de la Moncloa y de la Zarzuela para tener a punto una ley orgánica ante el histórico cambio.

Tanto el Rey como el presidente del Gobierno y el líder de la oposición coincidieron en que hay que esperar a que pasen las elecciones europeas para dar el paso. De hecho, el líder socialista, tras la debacle de su partido en las urnas, no deja paso a una gestora que conduzca al PSOE hacia un nuevo congreso, porque prefiere pilotar este proceso estas primeras semanas.

Diplomacia económica

Pese a que oficialmente la Casa del Rey lo negaba una y otra vez, en los últimos tres años los rumores de la abdicación iban y venían. La investigación judicial de Iñaki Urdangarin, abierta en el 2011, marcó el inicio de un periodo horribilis para los Borbones. El propio jefe del Estado contribuyó a ello con una escapada a una cacería en Botswana en pleno acoso de los mercados a la economía española. Después, sus amistades, hasta entonces a resguardo de la prensa española, saltaban a las primeras páginas de los periódicos, retratando a una familia real dividida y enfrentada.

En estos últimos meses, el jefe del Estado ha intentado remontar esta imagen con un impulso a la diplomacia económica. También ha querido irse dejando un mensaje: que sigue defendiendo el diálogo, esa palabra mágica de la Transición, para solucionar la crisis institucional.