Los colaboradores de Pedro Sánchez admiten que su sensación continúa siendo de "vértigo". De estar continuamente aterrizando en problemas que hace solo un mes ni siquiera sospechaban que tendrían que encarar. De no parar. El entorno del presidente del Gobierno suele pedir "tiempo" ante el escaso margen que han tenido que prepararse, pero a la vez reconocen que lo que no tienen es justo eso: tiempo. Sánchez no deja de moverse. En la última semana se ha reunido con Emmanuel Macron, con Angela Merkel, con Iñigo Urkullu, ha participado en una cumbre informal de la UE y ahora, entre el jueves y el viernes, se estrena como jefe del Ejecutivo en el trascendental Consejo Europeo, donde la inmigración, por las profundas brechas que produce entre los Estados miembros, es el gran asunto. El líder socialista se alinea con Alemania y Francia.

Merkel, la cancillera alemana, se encuentra en una situación política muy complicada, después de que los conservadores bávaros, socios en el Gobierno, hayan dado dos semanas de plazo, que se cumplen a principios de julio, para que pacte con los socios de la UE fórmulas más estrictas frente a la inmigración. El líder socialista está dispuesto a colaborar en ese empeño ("España es muy consciente del debate que tiene la opinión pública alemana", dijo el martes en Berlín), más aún después de que Merkel defendiera la necesidad de que España reciba más ayudas europeas para gestionar la llegada de inmigrantes.

En este sentido, el Gobierno celebra la mención a Marruecos en el borrador de conclusiones de este Consejo Europeo. "Ante el incremento de los flujos de inmigrantes en el Mediterráneo Occidental, la UE apoyará, con dinero o de otras formas, todos los esfuerzos de los Estados miembros y los países de origen y tránsito, especialmente Marruecos, para prevenir la migración ilegal", señala el documento. El país norteafricano, con el que España tiene un vínculo especial, es el único que aparece citado en el texto.

El "electroshock" del 'Aquarius'

Hace un par de semanas, durante un café informal, el ministro de Exteriores, Josep Borrell, dijo que la decisión de acoger a los más de 600 subsaharianos del barco 'Aquarius', al que el Gobierno de Italia, de tintes populistas y xenófobos, prohibió que entrará en sus puertos, había provocado un "electroshock" que debería servir, continuó, para que el Consejo Europeo sellara un acuerdo sobre migración.

El asunto se abordó este jueves durante una cena de los jefes de Gobierno que se prolongó varias horas, y los detalles se conocerán este viernes, pero fuentes del Ejecutivo español no eran especialmente optimistas. Sobre todo por Italia, que según el entorno de Sánchez, "amenaza con bloquear toda la cumbre si no se acepta su posición". Frente a la dureza italiana, el presidente se encuentra más cerca de Francia, que apuesta por crear centros de inmigrantes dentro de la UE. Pero el jefe del Ejecutivo tampoco rechaza por completo la idea del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de que esas instalaciones radiquen en terceros países, siempre que respeten los derechos humanos.

"Este es el nuevo chico", dijo este jueves sobre Sánchez el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Pero el líder socialista no es "nuevo" en España, al contrario, y mientras abordaba en Bruselas los asuntos europeos, tanto el PP como Cs, también desde la capital belga, cargaron contra él por asuntos internos. Albert Rivera le acusó de aprobar el traslado de los presos del 'procés' para "mantenerse en el poder". El portavoz del PP en la Eurocámara, Esteban González Pons, pidió a las instituciones europeas que "no abran sus despachos" a la nueva delegada del Govern ante la UE, Meritxell Serret.