Pedro Sánchez lleva semanas apelando a la "responsabilidad" del PP como presunto "partido de Estado", lo cual, en el fondo, es una manera de llamarle irresponsable. El PSOE insistirá en este mensaje durante los próximos días, sobre todo a raíz de la cita que el presidente en funciones mantendrá este lunes con el líder de los conservadores, Pablo Casado, en el comienzo de una semana que le llevará a reunirse también con la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y a contactar por teléfono con todos los presidentes autonómicos, incluido Quim Torra. El encuentro con el líder del PP, más de un mes después de las elecciones, pretende trasladar una imagen de normalidad institucional (los candidatos de las dos fuerzas más votadas el pasado 10 de noviembre reuniéndose para abordar la gobernabilidad del país), pero sobre todo busca, admiten fuentes socialistas, cargar de razones a Sánchez para continuar con la negociación con ERC.

Pese las dudas, vértigo y críticas que suscita dentro del PSOE, la abstención de los republicanos resulta imprescindible para la investidura, a menos que el PP se abra a participar en ella, algo que el propio Casado se encarga de rechazar a diario. El pasado sábado, por ejemplo, advirtió al presidente en funciones de que no puede esperar nada de él, porque los conservadores son "la alternativa para acabar con la deriva nacionalista y anticonstitucional de un socialismo que ha perdido su esencia".

Sánchez espera que esa idea quede reforzada tras la cita, y así apuntalar la tesis de que no le queda otra que acudir al partido de Oriol Junqueras, porque la alternativa es la repetición de elecciones. El mensaje tiene una enorme importancia dentro del propio PSOE, donde los presidentes de Aragón y Castilla-la Mancha, Javier Lambán y Emiliano García-Page, han cargado contra la posibilidad de que el futuro Ejecutivo dependa de ERC, enfrentándose por el camino al líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.

Fuentes de la dirección del PSOE insisten en que la visión de Lambán y García-Page es minoritaria dentro del partido. Ponen como prueba que otros dirigentes que suelen alertar contra el riesgo de negociar con el independentismo, como el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, no se han unido a los ataques. Pero al mismo tiempo la cúpula socialista admite cierta preocupación, y anticipan que la cita con Casado servirá para rebajar el malestar, además de para mostrar que Sánchez "no es un sectario", porque quiere ofrecer al PP pactos de Estado sobre pensiones y financiación autonómica.

Las fórmulas

Casado, por su parte, llega a la cita habiendo mostrado claramente que le preocupa que le vean como un dirigente que se ha desentendido de la gobernabilidad de España y no ha ofrecido ayuda a Sánchez para que explore opciones que le impidan echarse en brazos de los republicanos. Hasta ahora, las fórmulas que el líder conservador ha puesto sobre la mesa afectan a Ciudadanos, al que le reclama la abstención, y a la coalición Navarra Suma, con la que los populares, naranjas y UPN se presentaron en esa comunidad. Pero, por el momento, no ha ofrecido a ninguno de sus 89 diputados para que el candidato del PSOE pueda sacar adelante su investidura. Con la abstención técnica de una parte de la bancada popular, Sánchez podría revalidar su presidencia.

La misma noche de las elecciones, antes incluso de que empezara el recuento, el número dos de los populares, Teodoro García Egea, reclamó la dimisión del líder socialista porque las encuestas a pie de urna auguraban que perdía algunos escaños (finalmente bajó de 123 a 120). Esa petición, que se reiteró los días siguientes, ha servido a los socialistas para señalar la escasa voluntad del PP en participar en el desbloqueo político.

En su reunión en el Congreso, Casado, según fuentes de la dirección, le expresará en persona al jefe del Ejecutivo su oferta: podrá contar con el PP en asuntos clave (Cataluña, inmigración, pensiones y violencia de género, entre otros) cuando la legislatura eche a andar, pero no para su reelección.

Igual de interesante será la conversación telefónica que, el martes, tendrá Sánchez con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dentro de la ronda de llamadas con los jefes de los ejecutivos autonómicos. Desde el día siguiente a las elecciones, Feijóo ha reclamado con diferente volumen que el PP ofrezca una abstención a cambio de algunas condiciones para evitar que Podemos gobierne en coalición con el PSOE y que ERC tenga influencia. Esa propuesta no ha sido secundada por Casado. En la cúpula de Génova se ha justificado esa diferencia de opinión y también la de Cayetana Álvarez de Toledo, que defiende un Gobierno de concentración entre PSOE, PP y Ciudadanos, como reflejo de la "pluralidad interna".

Tras Casado, será el turno de Arrimadas. La dirigente naranja, como Álvarez de Toledo, también es partidaria de hacer un Ejecutivo de los llamados partidos constitucionalistas.