Nueva reunión, nuevo desencuentro. La cita que han mantenido este martes en la Moncloa Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no ha servido para desatascar la investidura del presidente en funciones. Al contrario. Las posiciones parecen ahora más enconadas que antes, con los socialistas acusando al líder de Podemos de mantener paralizada la negociación con la exigencia de un Gobierno de coalición y los morados asegurando que Sánchez, en realidad, no tiene decidido qué quiere hacer, si lograr un acuerdo con las fuerzas de izquierda, como ocurrió en la moción de censura, o fiarlo todo a una abstención del PP y Cs.

En un nuevo síntoma de la distancia que separa a los dos dirigentes, la reunión solo ha durado una hora. Sánchez le ha propuesto un Gobierno de cooperación, han señalado fuentes socialistas, defendiendo su propuesta de que los morados se incorporen en puestos intermedios de la Administración. Se ha incorporado la novedad de una Comisión de seguimiento al posible acuerdo de gobernabilidad. Iglesias no ha variado su posición manteniendo su exigencia de un Gobierno de coalición. No ha descartado votar en contra de la investidura. Le hemos traslado que con o sin apoyos en el mes de julio habrá investidura, han continuado las mismas fuentes.

Los morados han evitado concretar su voto en el debate en el Congreso, entre otras cosas porque todavía queda mucha negociación por delante, pero su versión del encuentro también rezuma pesimismo.

Constatamos que el PSOE no ha decidido si quiere un acuerdo con la izquierda o con la derecha para sacar adelante la investidura han explicado fuentes de Podemos-. Hemos transmitido al candidato del PSOE que debe decidirse y que España necesita un gobierno estable y de izquierdas, y que la ciudadanía merece claridad y certidumbres respecto al proyecto de gobierno que se tiene para el país. Por nuestra parte encontrarán siempre esa claridad. Queremos acuerdos claros, como los que hemos conseguido con el PSOE y otras fuerzas en varias comunidades autónomas. No vamos a entrar en disputas sobre sillones grandes o sillones pequeños. Si el PSOE mira a la izquierda, estamos disponibles para iniciar, cuanto antes, una negociación seria para lograr un programa social que ponga en el centro los derechos sociales y medioambientales y un gobierno de coalición estable.

LA SUMA NO SALE

Lo paradójico es que, mientras Sánchez e Iglesias constatan sus diferencias, el resto de las piezas de la investidura empiezan a encajar. Todas, menos la más importante. El PNV ha mostrado su disposición a apoyar al líder socialista. El Partido Regionalista de Cantabria (PRC) ya se ha comprometido en este sentido a cambio de medidas en la autonomía. ERC ha anunciado que no piensa bloquear nada, abriendo de par en puerta sus puertas a la abstención. Pero falta Podemos. Sin Iglesias, y con el PP y Cs sin moverse del no, la suma no sale. Sánchez necesita el voto a favor de los 42 diputados morados para ser reelegido, una posibilidad que se daba casi por seguridad nada más celebrarse las generales del pasado 28 de abril y que ahora, cuando han empezado las negociaciones en serio, parece lejana.

Los líderes del PSOE y Podemos se han reunido para abordar la investidura, contando la cita de este martes, en tres ocasiones. Solo la primera fue pública, pero en ninguna ha habido acercamiento sobre el tema fundamental que divide a ambos dirigentes: los sillones. Iglesias quiere estar en el Consejo de Ministros con otros compañeros de su partido. Los socialistas lo rechazan, alegando que eso espantaría a otros posibles socios, sobre todo a los nacionalistas vascos, y ofrecen puestos intermedios en la Administración central, como direcciones generales y empresas públicas. Podemos insiste en que la oferta no se ha concretado más allá de algunas generalidades, pero el PSOE responde que no va a ir más allá, que Sánchez ya se ha movido al renunciar a gobernar en solitario y que ahora le toca a Iglesias acercar posiciones.

Mientras tanto, las políticas a aplicar en la futura legislatura, si es que arranca en algún momento y no se repiten elecciones como en el 2016, no se han tratado. Aquí ambos partidos coinciden: este es el terreno menos complicado. El pacto sería fácil de sellar, a la luz de la sintonía parlamentaria que socialistas y morados mostraron entre la moción de censura y las generales, una estrecha relación que convierte en aún más paradójico el que ahora se muestren incapaces de llegar a un entendimiento.