Cuando confeccionó sus listas electorales, el mes pasado, Susana Díaz dejó de lado cualquier tentación de hacer equilibrios. Los socialistas andaluces se habían mostrado divididos durante las primarias de año y medio atrás (un 30% apoyó a Pedro Sánchez), pero en las candidaturas a las elecciones del próximo domingo no había ni rastro de voces críticas. Todo era 'susanismo'. Aquello sentó mal entre los seguidores de Sánchez, pero el secretario general y presidente del Gobierno dejó hacer, dando pistas sobre la relación que quiere tener con Díaz, tras años de guerra soterrada y abierta, como sobre la legislatura autonómica que nacerá tras los inminentes comicios.

Sánchez necesita a Díaz. En un momento en el que la sensación de debilidad del Gobierno va en aumento, ante la imposibilidad de aprobar los Presupuestos, el reconocimiento de que quizá las generales sean antes del 2020 y el fiasco del pacto con el PP para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en la Moncloa tienen muchas esperanzas depositadas en Andalucía. El equipo del jefe del Ejecutivo confía en que la fotografía que salga dentro de cinco días sea la de un PSOE reforzado, gracias a una victoria de la presidenta de la Junta que anticipan todas las encuestas, y el de un PP que cae sin remedio, solo cuatro meses después de renovar su liderazgo. "El debate ya no será si el Gobierno aguanta, sino si Pablo Casado se sostiene", señalan en la Moncloa.

Es probable, pero no seguro. Los sondeos coinciden en colocar a Díaz en primer lugar, a mucha distancia de sus rivales, pero lejos de la mayoría absoluta, situada en 55 escaños. El PSOE, que lleva en el poder desde 1982 y ha gobernado estos últimos años gracias al apoyo de Ciudadanos, tiene ahora 47 diputados en el Parlamento andaluz, pero fuentes socialistas dan por hecho que caerán hasta una horquilla que va de 40 a 45 representantes. Más cerca de 40, será un fracaso; más cerca de 45, un éxito. Pero lo que ocurra el domingo no tiene misterio. Los interrogantes se sitúan en el día después, con unas negociaciones de investidura que no se anticipan sencillas. De ahí, también, el interés de Díaz en aprobar unas listas muy cohesionadas, donde no se mueva un pelo sin contar con su visto bueno.

Pacto con los morados

Aquí el enfoque de los socialistas andaluces ha cambiado. Si antes de la campaña decían confiar en la reedición de su alianza con los naranjas, que les garantizó una investidura y tres presupuestos, ahora lo ven imposible, con el partido de Albert Rivera compitiendo en beligerancia con el PP y Vox a un paso de entrar en el Parlamento. La esperanza se sitúa en Adelante Andalucía, la marca de Podemos e IU, algo que hasta hace poco se consideraba casi absurdo, debido a la mala relación entre Díaz y Teresa Rodríguez, candidata de los morados. Pero la actitud durante los debates electorales de Rodríguez con la presidenta de la Junta, mucho menos agresiva que en otros tiempos, hace pensar al PSOE que puede haber acuerdo.

"Habrá pacto con Adelante Andalucía, aunque sea a regañadientes", señalan fuentes socialistas, que confían en que Rodríguez haga "alguna escenificación sin mucho recorrido", como pedir la cabeza de Díaz, para acabar respaldando a cambio de medidas concretas. Esa alianza también daría oxígeno a Sánchez, que vería refrendada su estrategia de pactar con Podemos allí donde sea posible. Y si no hay entendimiento, se repetirán las elecciones, una posibilidad con la que Díaz ha contado desde el primer momento.

Solo dos mítines

Sánchez y Díaz apenas se llevan. Debido a su apretadísima agenda internacional, el presidente del Gobierno solo ha participado en dos mítines con Díaz, el último este martes en Marbella. A la presidenta de la Junta le viene bien la escasa presencia del secretario general. Ya ha aparcado su aspiración de convertirse en líder del PSOE (si tenía alguna duda, la moción de censura acabó por despejarla), pero quiere una campaña plana, solo andaluza, cuanto más lejos mejor de la crispación de la política española y el debate sobre Catalunya.

Pero más allá de la distancia entre los dos dirigentes, sus respectivos equipos están trabajando sin problemas en esta campaña. Los límites están ahora claros. "Está habiendo mucha coordinación", explica un estrecho colaborador de Sánchez, que aun así, ante la posibilidad de que Díaz obtenga un resultado peor de lo esperado y eso perjudique al Gobierno central, prefiere ponerse la venda antes de que se abra la hipotética herida. "Todo el mundo sabe que Susana no es Pedro", concluye.