Pedro Sánchez camina hacia la votación decisiva de la investidura, las segunda fijada para el jueves 25 de julio, sin aparente prisa por acelerar unas negociaciones que oficialmente están en vía muerta. A pesar de que la cuenta atrás empezó a correr ayer cuando la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, marcó la fecha del debate para el lunes, 22 de julio, todo apunta a que el candidato esperará a la semana que viene para iniciar la tercera ronda de contactos públicos.

La aparente parsimonia en el diálogo sugiere que podría haber conversaciones discretas e indirectas entre los socialistas y sus aliados potenciales, en especial, con Unidas Podemos. Con focos o sin ellos, Sánchez y Pablo Iglesias pondrán a prueba en estas tres semanas la capacidad de las izquierdas para entenderse o para agitar el fantasma de una repetición electoral que se celebraría el 10 de noviembre. A nadie se le escapa que cuanto más se afiance la predisposición de PNV, ERC, Bildu y Compromís a facilitar la investidura, menor capacidad de presión tendrá el podemista.

A LA ESPERA DEL APROBADO / No hay nada en superficie que sostenga las expectativas que mantiene Sánchez de superar la investidura e incluso la fecha del debate en el Congreso esquiva el puente del 1 de noviembre para una eventual repetición electoral. Y sin embargo. El presidente en funciones aspira a aprobar ese examen tras armar un pacto con Iglesias. Disponen de dos semanas para llegar a un acuerdo, puesto que Unidas Podemos debería someter cualquier alianza a una consulta telemática a los inscritos antes de que arranque el pleno de investidura.

Además, Sánchez necesita acabar de atar otras voluntades. El PNV (6 diputados) ha mostrado su disposición a apoyarle, pero no hay nada en firme. Lo mismo ocurre con Compromís (1), que sigue reclamando la reforma de la financiación autonómica para dar su respaldo. El Partido Regionalista Cántabro (1) es el único que ha asegurado su voto a favor. ERC (15) y Bildu (4) han sugerido que están dispuestos a una abstención, aunque no han oficializado esta posición. En el caso de los republicanos, por la disparidad de criterios en el seno del partido sobre cuándo es el momento más adecuado. De fondo, late el pulso real de la negociación: cuanto más firmes sean los apoyos del resto de aliados a Sánchez, menos fuerza podrá ejercer Iglesias, al quedar aislado de las fuerzas progresistas y alineado con el bloque de la derecha.

UPN, a cambio de Navarra / En el ala conservadora, el presidente del PP, Pablo Casado reafirmó ayer su no a Sánchez, pero no puso en cuestión que acudirá a la nueva cita negociadora, informa Pilar Santos. También postuló que si el PSOE renuncia a la presidencia de Navarra en pos de la coalición de derechas regional, Sánchez podría contar con los dos votos a favor de UPN. Albert Rivera, en cambio, acentuó su huida hacia adelante y anunció un nuevo plante al candidato socialista alegando que no quiere perder el tiempo.

El debate en el Congreso comenzará el lunes 22-J a las doce, con el discurso de Sánchez. En la tarde, intervendrán los portavoces de la oposición, ordenados de mayor representación a menor. El 23-J terminarán los portavoces que no hayan podido intervenir el día anterior y Sánchez se someterá a la primera votación. Para pasarla necesita una quimérica mayoría absoluta. Si, como todo apunta, suspende, habrá nueva votación el jueves 25-J, en la que al candidato le basta con sumar más síes que noes. De ser una investidura fallida se abre un periodo de 60 días para un nuevo intento. Si fracasa o no se celebra, las elecciones que nadie dice querer serán el 10-N.