Pedro Sánchez y Pablo Iglesias mantuvieron el pasado lunes un encuentro en la Moncloa. No fue bien. Si en la primera reunión que celebraron tras las generales ambos dirigentes, a comienzos de mayo, el líder de Podemos dijo que se habían «puesto de acuerdo en ponerse de acuerdo», el resumen de esta cita viene a ser que se han puesto de acuerdo en seguir en desacuerdo. Sus diferencias no se encuentran tanto en la medidas a aplicar, ya que socialistas y morados tienen aquí sintonía tras las experiencias del último año, como en el formato para poner en práctica esas iniciativas, la mayoría de carácter social. Iglesias insiste en un Gobierno de coalición, con miembros de su partido en el Consejo de Ministros. Sánchez continúa siendo reacio a una fórmula de este tipo.

«Las posiciones están muy alejadas», señalaron ayer fuentes del PSOE sobre el encuentro, avanzado por eldiario.es. La actitud de los colaboradores de Sánchez es muy distinta a la del líder morado, que siempre que puede traslada su seguridad en que al final habrá acuerdo, porque cree que Sánchez no le «miente» y «quiere un Gobierno» con Podemos. Pero los socialistas no desean algo así. Una coalición como la que plantea Iglesias, argumentan en el entorno del presidente, supondría someter al Ejecutivo a los «vaivenes» de los morados y acabaría con el «clima de confianza» que se necesita en la Moncloa.

«SOCIO PREFERENTE»

Así que el encuentro cundió poco. Sin embargo, en la dirección del PSOE añadieron: «Seguimos con la máxima disposición de entendimiento y considerando a Podemos como socio preferente». El partido morado, que evitó valorar la reunión, es con 42 escaños la pieza sobre la que bascula la investidura de Sánchez. Aparcada la posibilidad de que el PP o Cs se abstengan, pese a que los socialistas continúan apelando a Pablo Casado y Albert Rivera, todo pasa por el apoyo de los de Iglesias, que se sumaría al respaldo de los 123 diputados socialistas. Solo entonces cuadraría la suma del PSOE, que incluye el voto a favor de minoritarios como el PNV y la abstención de otros partidos como Unión del Pueblo Navarro, Coalición Canaria o, mucho más probable, de ERC.

Pero los socialistas, ahora mismo, no ven el panorama despejado. Están dispuestos a llevar hasta el final su pulso con Iglesias, cerrando a la puerta a la coalición y aceptando, como mucho, la presencia en la Moncloa de independientes cercanos a los morados. Creen que acabará habiendo investidura, con el debate en el Congreso previsto para mediados de julio, debido al «miedo» a la repetición de elecciones de un Podemos en claro declive ante las